ADIÓS, MUÑECA
Microrrelato de Fernando Figueroa
Sabía que me la jugarías, que me lastimarías sin cargo de conciencia, sin el menor remordimiento, sin el menor rubor, sin ningún titubeo, sin explicaciones, a sangre fría, como las mujerzuelas que juegan con los hombres y coleccionan corazones rotos. Leí tarde las señales. Cuando te veía callada, creía que te me insinuabas. Cuando me mirabas aburrida, pensaba que fantaseabas con que tomara la iniciativa. Cuando me mirabas con desdén, que me ponías a prueba. Cuando cerrabas los ojos, te imaginaba soñándome. Sin embargo, jamás derramaste una lágrima por mí, ni soltaste una risita, ni una sonrisa siquiera. Tampoco me gritaste enfadada, ni murmurabas a mis espaldas. Más bien, eras la indiferencia toda, pasabas de todo e ibas a tu bola, te hacías la tonta cuando te preguntaba la hora o te caías de la cama a la mínima para huir de mis caricias y de mis besos. Si al menos hubieras mirado a otros, a otras, si hubieras fingido placer al penetrarte con el peor de los teatros, entusiasmo sin disimulo al dejarte sola. No me dejabas nada claro y me lo estabas diciendo todo. Llevabas escrita en la frente la palabra «problemas», pero no la leí. No leí el manual de instrucciones que trae consigo humanizar a las cosas. Solo me habían enseñado a cosificar a las personas, las mascotas y las plantas, y, en ese despiste, había perdido la oportunidad de agarrarme a mi envoltorio y fundirme contigo en un eterno festival de plástico, látex y silicona.
Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el reto ¡Música, maestro!, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Reto que consiste en:
Escribir un microrrelato de 250 palabras sobre el desamor.
Bien, pues 250 palabras clavadas de nuevo que, espero, conformen una composición satisfactoria para el auditorio lector como veces anteriores. Recordemos que lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para El Tintero de Oro: