EL TIEMPO HACE ORO
Microrrelato de Fernando Figueroa
Era la hora. Todo llega si se sabe esperar. Lo primero que hice fue darle cuerda al reloj, antes mismo que levantarme de la cama. Me avié con cuatro pingos y salí sin peinarme para no entretenerme más de la cuenta. Allí estaba encabezando la cola, asegurando la oportunidad, contando los segundos y regocijándome por tener a mis espaldas decenas de personas. Estaba seguro de que nada me iba a impedir hacerme con esa suculenta oferta que me iba a permitir gozar más todavía de mi tiempo libre.
No sabía qué había sido más ridículo: cómo me enteré de la ganga o la misma oferta de tres por uno con el precio rebajado y pago en doce cómodos plazos. Era eso y presentar un impreso con mis datos personales, efectuar el primer plazo al contado y dejar que me hiciesen una foto para ponerla en un anuncio.
Al instante de abrirse las puertas, de postrarme en el mostrador y sacar una sonrisa de satisfacción, pronuncié el eslogan de la campaña, por si acaso. Fue un acierto. Me regalaron una bolsa de tela con el logo de la empresa.
¡Qué bueno! Cada uno era de un color diferente. Uno, el azul, era igualito al que había lucido la estrella de cine esa en el programa de entrevistas aquel. El verde sería para mí, para gastarlo en público, el azul lo coleccionaría y el azul lo revendería el año que viene, o al siguiente, o al otro, sería para la vejez avanzada.
Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el reto A vueltas con el tiempo, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Reto que consiste en:
Escribir un microrrelato (250 palabras) en el que el tiempo esté presente como eje del relato.
Bien, pues 250 palabras que, espero, conformen una composición satisfactoria para el auditorio lector como otras tantas veces.
Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para superar los retos propuestos en El Tintero de Oro:
La de tiempo que se no va... haciendo cola, esperando en semáforos, o simplemente, esperando. Nadie da duros a cuatro pesetas.
ResponderEliminarCierto... en parte, que alguno hay que malvende lo suyo por la necesidad; aunque si el que te pide tiene, sospecha, que no tendría por qué malvender, y si ansía lo tuyo, no te regalará nada, aunque lo revista de chollo.
EliminarBueno al menos dieron algo estos marqueters....
ResponderEliminarDieron y recibieron. Un saludo.
EliminarEstupendo, Fernando. Me ha gustado mucho la crítica que esconde este micro.
ResponderEliminarEn un mundo mercantil el pensamiento es esclavo del cálculo monetario. Saludo.
EliminarHola, Fernando, dicen que quien bebe alante, bebe agua limpia. Y que al que madruga Dios o ayuda. Pero supongo que tus letras se refieren a las estupideces que hacemos cuando saltan a la vista o al oído esas "ofertas", que nos llevan como caña para el ingenio sin pensar en lo manipulables que somos a la búsqueda de cosas que ni siquiera necesitamos.
ResponderEliminarGratos días de mayo.
"Negocio luego existo" o "Me siento un broker de Wall Street yendo de tiendas al centro" sería un buen resumen del concepto. ¡Gracias y saludos mayeros!
Eliminar¡Hola, Fernando! Micro con una carga de profundidad crítica enorme. En esta vorágine digital de hoy día una de las cosas que me hacen más gracia es que los defensores dicen que ahorra tiempo. Yo, al menos, no lo percibo, pero es que si así fuera me pregunto qué hace la gente con ese supuesto tiempo que nos ahorra.
ResponderEliminarEn tu micro nos das una respuesta, malgastarlo en esas necesidades inventadas que vendidas convenientemente logran que ansiemos adquirir sin ni siquiera plantearnos para qué las queremos.
Has sido inteligente no mostrando el objeto de la ganga. En realidad, no importa dado que hoy se vende todo: objetos, ideologías, emociones. Todo está en el mercado y todos caemos como moscas pensando que sin ello no podríamos vivir.
Excelente propuesta. Un abrazo!!!
Gracias, David. Describes bien esa tendencia manifiesta a creerse dueño de un tiempo productivo y un tiempo de ocio especulativos. Cierto que no he querido indicar el objeto porque quería resaltar el acto: la especulación mental acerca de la "inversión" en algo. Se obra con una finalidad de negocio, ya sea la espera, ya sea la compra de una mercancía que funda su incremento de valor en el tránsito del tiempo, en fin, la endeble fe que hace que algo sea una antigüedad, una antigualla o un trasto. El tiempo no es nada sin la oportunidad o, también, la falta de necesidad. Que vivimos de prestado en la vida a la espera de que, al morir alguien, nos cobre los intereses o nos pague una fortuna por lo bien legado. ¡Saludo!
EliminarHola Fernando bien escrito una critica inteligente. Difícil es huir de la vorágine de que todo se vende y todo se compra. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Ainhoa. Un saludo.
EliminarEl texto tiene doble fondo. Buena crítica al consumo de cosas que realmente no necesitamos y el empleo del tiempo en conseguirlas. Saludos!
ResponderEliminarlady_p
Gracias, Sibila. Un saludo gratuito, desinteresado y sin caducidad.
EliminarExcelente crítica a lo que nos mete en una vorágine sin sentido. Bravo.
ResponderEliminarVivimos en un carrusel gratuito y costoso de consumos. Saludo.
Eliminar¿ y la ilusión que le hace a uno creerse el más listo de la clase, qué?
ResponderEliminarEso también tiene que contar, si prefieres que al final no te des cuenta, aunwue al finsl, siempre te das cuenta,, pero es sl final.
Las colas son consustanciales al humano. El sábado fui al teatro, después de mucho. Todo el mundo tenía su entrada ya sacada por Internet y su localidad adjudicada. Entramos casi sin dejar de andar mostrando la entrada al acomodador ( bueno, ahora ya no acomodan), pues aún así, instintivamente, la gente formó una cola de 50 o 60 metros.
Abrazooo
Siempre. Los que se creen listos son las víctimas preferidas de los pícaros. Y, sobre las colas, nos gusta coleccionar y coleccionarnos. Ponerte en una cola es como sentirte en el bando de los elegidos por la providencia para recibir tu pan y tu pez. Abrazo.
EliminarAfilado, muy afilado. Enhorabuena, y suerte.
ResponderEliminarAfilado como el aliento del último segundo. Gracias y ánimo con todo.
EliminarUn relato cuya crítica nos invita a una reflexión. Somos capaces de ver los mensajes subliminales? Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Nuria. La lectura sin reflexión es como un reloj que solo tiene segundero. Abrazo.
EliminarTotalmente de acuerdo
EliminarA veces, sin darnos cuenta, pretendemos manipular el tiempo, y nos lo creemos. Tu relato los ilustra perfecto. Me gustó tu propuesta. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana. El control del tiempo es un sueño largamente añorado por la humanidad, con el único objetivo de detenerlo o revertirlo. Alguna vez para acelerarlo si se es impaciente. Saludo.
EliminarLas colas son inherentes al ser humano! Adictivas! No nos gusta esperar pero las hacemos! Je je! La espera nos da emoción! Un buen relato crítico! Me quedé con las ganas de saber lo que adquirió? Relojes quizá? Ja ja! Un abrazote!
ResponderEliminarCualquier cosa que salga en el teletienda o sucedáneos, jaja. Gracias, un saludo.
EliminarHola:
ResponderEliminarLo de las colas es un verdadero rollazo, pero, primero, hay veces que es necesario hacerlas (los papeles administrativos... especialmente si las páginas web no funcionan) y, segundo, como dice el refrán, sarna con gusto no pica...
Saludos cordiales.
Evidentemente, el protagonista está feliz en su tinglado. Formar parte de una cola es sentirse arraigado, dar sentido a la vida, dotarse de una identidad, al menos por el tiempo que dure. Saludo.
EliminarDice una de mis citas favoritas: «Escapa de los que compran lo que no necesitan, con dinero que no tienen, para agradar a gente que no vale la pena» (Facundo Cabral).
ResponderEliminarUn saludo.
Espléndida cita, rebosante de verdad. Abrazo.
EliminarHola Fernando. Es curioso como llenamos nuestras vidas de objetos sin valor, y perdemos lo que en realidad tiene valor: el tiempo para disfrutar de las cosas y de la vida. En esa búsqueda de lo vacuo, el protagonista llega a humillarse esperando que la todopoderosa corporación le conceda el objeto ansiado. Fiel crítica de nuestra sociedad consumista. Un abrazo.
ResponderEliminarPolillitas danzando alrededor de bombillas, con lo bonito que es volar bajo el sol, la luna, las estrellas. Un saludo y felices lecturas y escrituras.
EliminarLa estupidez humana no tiene límites, el tiempo que se pierde en ellas tampoco, muy buen micro una crítica a la sociedad consumista en la que estamos inmersos, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos,
PATRICIA F.
Gracias. El ser humano es muy manipulable en las distancias cortas y largas, solo o en grupo. Ser consciente de eso es el primer paso para prevenir inercias insensatas. Un saludo.
EliminarCompulsividad, la red es el mejor de los anzuelos, compramos lo que venga para parecer modernos... y lo que era una oferta, resulta siendo una cruz.
ResponderEliminarAsí es. Hay que andarse con pies de plomo con los regalos alados que nos regala esta sociedad líquida. Saludo y gracias.
EliminarBuena sátira sobre como malgastar el tiempo, aunque quien sabe si con el tiempo los objetos se revalorizan o no, lo claro es que el tiempo perdido no regresa jamás. Estupendo micro, Fernando, un abrazo!
ResponderEliminarGracias, Lola. El tiempo sigue su curso y los recursos el suyo. Saludo.
EliminarMenuda crítica a la sociedad de consumo. Ahí les has dado en todo lo hondo del marketing publicitario engañoso. El tiempo asignado a cada uno es personal e intrasferible. Se regala, se presta o dedica generosamente. Ese es el mejor invertido. El tiempo malgastado, es el que vendemos a cambio de dinero. Me recordó algo al libro de Momo.
ResponderEliminarAbrazo.
Los hombres de gris, es cierto. Ahí están rascándote la vida. Gracias, un saludo y feliz tiempo.
EliminarLa manipulación de las ofertas y ahorro de tiempo. "El tiempo no hace oro", ya el título es muy significativo pues no hace; es oro, y no se debería desperdiciar en colas por cuestiones, cosas... baladíes. Encontré una excelente reflexión en tu relato.
ResponderEliminarBuen finde, Fernando:)
Gracias, Mila, aunque el título es "El tiempo hace oro", lo que no invalida considerar el tiempo mismo como oro. El título que puse, en sí, incide en el único fundamento que valida la especulación, y es que el paso del tiempo aumenta el valor de algo. No hay otro valor añadido y, sinceramente, es un factor muy endeble, pues depende finalmente de la necesidad de posesión y uso de un comprador, a menos que este comulgue con la especulación, se sume al juego y alimente la falacia de que el transcurso del tiempo por sí mismo genera valor y justifica la posesión o retención. Esta sería mi particular reflexión, pero claro, la literatura da para mucho más y el paso del tiempo enriquece sus significados del mismo modo que compartirla. ¡Saludo y gracias!
EliminarBendito tiempo, Fernando, no es que tengamos menos, es que no sabemos utilizarlo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Ay, si es que se nos escapa de las manos antes de darnos cuenta que teníamos la oportunidad de hacer algo. ¡Saludo!
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