EL GANADOR SE LLEVA TODO
Microrrelato de Fernando Figueroa
¿Cómo era aquello...? Nena, nena, nena... Ese era el estribillo. Hum... ¡Cómo due...! Algo se me está hincando... Subías con tu aire de princesa a la cima de tu soledad... ¡Qué estupidez! Tenía que... haber girado antes de frenar... ¿Cómo seguía...? Fiera te quiero fuera de esta jaula de cristal... Esa es de otra, mala mala y lo siguiente... Uf, tengo que... Espera que me recoloque..., me estiro y... ¡Maldita sea! Está vacía. ¡A la mierda Cohen...! Me fastidia porque quería que la oyeses... ¿Hueles a gasolina...? Ay... Eres mi vida y mi muerte, te lo juro compañero... Has sonreído... Me vino de golpe... Esa sí que es vieja... Qué bonito sería encontrar la cinta de... Encontrarla e irme... Despedirnos juntos con estilo... A ver... cojo otra... Esta vale... A ver si entra... Entró... Sí que entró... No quiero hablar más de lo que hemos pasado porque me hace daño... Ahora ya es historia... Jugué todas mis cartas y lo mismo hiciste tú. Suena bien. Suena muy bien... Nana-nananá... Los dioses lanzan sus dados... Nana-nana-ná. ¿Te gusta...? A ti qué te va a gustar... El especialito... Sigue durmiendo. Tú te lo pierdes... A mí me sabe a gloria. Los clásicos es lo que tienen... Ya no quiero hablar más si te hace sentir triste... Viniste a estrecharme la mano... Te pido disculpas si te he hecho sentir mal... Pero ya lo sabes... ¡Qué gracia! Me está entrando sueño..., como a ti antes..., después de decirme... eso..., que lo olvidaste todo.
Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el reto ¡Música, maestro!, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Reto que consiste en:
Escribir un microrrelato (250 palabras) en el que la música esté presente como personaje o eje.
Bien, pues 250 palabras clavadas de nuevo que, espero, conformen una composición satisfactoria para el auditorio lector como otras veces.
Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para El Tintero de Oro:
Y después de muchas pruebas musicales terminó por dormirse.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar, Fernando. Un saludo.
Un saludo, Bruno. Y gracias por la propuesta.
EliminarA veces cuesta encontrar la canción justa para cada momento! Lo intentó y nos ofreció un buen repertorio! Je je! Un abrazote!
ResponderEliminarSobre todo para dejar este mundo. Como en las películas, todos buscamos una BSO que marque la diferencia hasta que llegue el "the end". Un abrazo.
EliminarEstoy de acuerdo con la frase: Dejar salir a la feria de la jaula. Y la alusion a Cohen, je je me lleva al mundo esoterico de la Kabala. Je je un relato enigmatico en grado sumo. Debere volver a leerlo unas cuantas veces.
ResponderEliminarHe querido dejar pistas del contexto, un contexto luctuoso. A ver si alguien lo pilla o la elipsis será toda una colisión mental. Sobre Cohen, tuve que recortar para cuadrar palabras aquello de "primero tomaremos Manhattan y después Berlín". Un saludo.
EliminarEs curioso cuantas canciones pueden caber en 250 palabras para elegir. Buen relato. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Ainhoa.
EliminarCreo que existe una canción para cada momento y situación, como una situación para cada canción, y aunque el mundo gira y a veces las situaciones se repiten, las canciones no, buen micro, saludos.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Gracias, Patricia. A veces sentimos que las canciones que oímos al vuelo nos hablan o describen lo que nos pasa en ese momento. Aquí se va a la caza de la canción perfecta para el momento que se vive. Saludo.
EliminarSiempre hay una canción para cada momento, efectivamente, y tú has logrado condensar en este micro la banda sonora de toda una vida. Una historia contada de una forma muy original, Fernando.
ResponderEliminarGracias, Marta. Las relaciones, las vidas, las generaciones, las culturas se jalonan con diversos temas que nos hacen la vida y la muerte más gratas.
EliminarMenudo cacao mental 😂
ResponderEliminarLo mejor que podía pasarle fue dormirse por aburrimiento 🎶🌷
Con esa compañía... Ni con casetes, jaja.
EliminarHola Fernando muy ocurrente el micro, toda una aventura musical en esa travesía jajaja. Abrazos virtuales desde Venezuela.
ResponderEliminarMuchas gracias, Raquel. Un abrazo cibertransatlántico.
EliminarMe encanta esa palabra, eso sí que abraza el significado de hablar en la distancia
EliminarUn repaso musical a nivel de un popurrí muy variado y sin apenas solución de continuidad. Muy trabajado, sí señor.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Josep Maria. La vida es así: una tómbola, un carrusel, un popurrí, un maremágnum de sintonías entrecortadas o rotas en azarosa armonía. Abrazo.
EliminarCada momento tiene su canción. Saludos!
ResponderEliminarlady_p
Sin duda. Saludo.
EliminarUn instante para cada cosa,, una melodía para ese momento especial.
ResponderEliminarGracias por tu visita Fernando.
Te dejo un abrazo.
Gracias, Rosana. Un sinfónico saludo.
EliminarUn buen paseo por cantidad de canciones y al final quedarse dormido y no poder escoger ninguna.
ResponderEliminarDivertido momento
Un abrazo Fernando
Puri
El sueño eterno, o no, a saber cómo acaba la canción. Gracias por el comentario. Un saludo.
EliminarLa música es lo que tiene que te quedas dormido cuando te relajas. Buen aporte. Un abrazo
ResponderEliminarY te dejas arrullar o aplastar por sus notas, según estilos. Gracias. Un abrazo.
EliminarJugué todas mis cartas y lo mismo hiciste tú... es de ABA, la que da título a tu relato. Me ha gustado.
ResponderEliminarGracias. La vida es un casino.
EliminarHola Fernando. Descansen en paz, que triste final para una pareja de amantes. Años ochenta supongo, un viaje largo, el está cansado, ella lo releva, pero eso no evita el accidente fatal. Hueles a gasolina, le dice. Puestos a partir, que mejor que hacerlo con la banda sonora de sus canciones favoritas, que tantas veces habrán escuchado juntos, rebuscando entre los casettes desperdigados por el automóvil, para poner una música acorde al momento. La voz entrecortada se mezcla con el vaivén de la música que entra y sale. Mala suerte, él se ha ido antes. Tal vez ella sobreviva, por qué no? The winner takes it all. Un micro excelente, te felicito. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Jorge. Pensé que no había dejado las suficientes pistas con la síntesis, pero veo que sí. Años ochenta cierto, aunque el radiocasete todavía no es de esos extraíbles, jaja, esos que empezaron a abundar desde mediados de los ochenta por si los cacos. ¡Abrazo!
EliminarBeautiful blog
ResponderEliminarHola, Fernando, fue muy original hacer este relato con esos fragmentos de canciones de fondo y sobre todo que usaras de escenario un automóvil accidentado con sus pasajeros mal parados, diría que al saberse moribundos y sin forma de salir del atolladero decidieron despedirse con alegría y qué mejor que la música. La escena que podría resultar lastimera hasta resulta jocosa.
ResponderEliminarBuen aporte. Saludos.
Gracias. Cierto, no hay tragedia sin comedia, al menos para los que lo ven por fuera o se lo toman con filosofía. ¡Saludo!
EliminarLos cassettes, qué buenos eran, pero qué jodios para encontrar la canción que buscábamos.
ResponderEliminarGenial micro, Un abrazo
Cierto, y que no se saliese la cinta enredándose dentro del reproductor. Gracias, Pepe. Un saludo.
Eliminar¡Hola, Fernando! Joder, brutal. Me imagino la escena. El coche en una posición imposible, él, muertito. La gasolina saliendo y ella, moviéndose como puede para poner esa banda sonora y elegir la canción que ponga el broche de oro... y sangre a una relación que murió antes de subirse a ese coche.
ResponderEliminarBien podría ser la escena que sirviera como hilo a una sucesión de flashbacks que explicaran la relación de principio a fin. Magnífico micro, Fernando. Un abrazo!
Andá, pues es verdad. Sería un buen inicio para una historia con más desarrollo en plan flash-backs, como en el cine clásico. Gracias a ti. ¡Abrazo!
Eliminar¡Hola Fernando! Veo ese casete al que miras fijamente. Y giran los dos. Suena la canción. Se entrecorta. Y la cinta se enrosca. La sacas con cuidado y la vuelves a enroscar con el lápiz. Y salta a otra canción, y de nuevo, se vuelve a salir la dichosa cinta, pero tu insistencia es mayor para encontrar la canción que quieres escuchar, porque sí, pero esta otra, también te trae recuerdos. Y sacas la cinta por enésima vez. Te dan ganas de estamparla en el suelo. Pero esa larga caballera que vuelves a peinar y alisar. Tu aliento se abraza a ella. Por esta vez la vuelves a guardar. Ella es la casete. Es única.
ResponderEliminarLa perorata acaba con sonrisa, toda una inspiración, compañero. Un abrazo
Gracias. Me alegra que te haya agradado e inspirado el microrrelato. Por cierto, muy buenos tus audiorrelatos. Los iré escuchando a poquitos. ¡Saludo!
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