NO LA PINCHES, TÍO
Microrrelato de Fernando Figueroa
Los Orión se creían unas rockstars. Subían al escenario como si el zenit de su carrera lo hubieran alcanzado ya al nacer, como si la música de las esferas hubiese quedado atrás con su primera maqueta o la historia del rock no fuera más que su prehistoria. Los escenarios, el underground y la industria les debían la razón de existir; se habían inventando previendo su venida. Al igual que los clubs de fans, meros ensayos preparatorios ante el apoteósico acontecimiento que revolucionaría verdaderamente la música de raza: ellos
A caballo entre Vallecas y Villaverde, en 1986, una conjunción dispar de talentos dio lugar a un conjunto genial que orbitaba alrededor de su vocalista, Juan Escorpio, un tipo con los cojones suficientes para mirar por encima del hombro a los mánagers o hablar de tú a tú a las discográficas, alcanzar el si bemol y sostenerlo como los ángeles en un rango de siete octavas o satisfacer a veinte grupis en tres horas de incansable lujuria estando en ayunas de toda sustancia legal e ilegal.
Tal era su legendario éxito, tal era la pléyade de imitadores de su voraz estilo, tantos críticos les besaban el culo o seguidores emulaban sus gestas delante y detrás del backstage que nadie recordaba a quien dio a Orión su primera oportunidad, el dueño de la sala Artemisa. Si lo hubiesen recordado, se habrían acordado del profético consejo que les dio aquel visionario en camerinos: ¡Escorpio, tío, si Orión pincha también hoy, no tocaréis el cielo!
Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el microrreto Constelaciones, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Consiste en:
Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para El Tintero de Oro:
