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KÓMETE A LOS RIKOS
40 RECETAS QUE SAKUDIERON EL MUNDO
texto de Fernando Figueroa
SINOPSIS: ¿Cuántas veces te ha apetecido zamparte un rico y, por no saber cocinarlo, te has privado del capricho? Ahora tienes la ocasión de aprender a prepararlo como un profesional y quedar como un señor ante tus amigos.
Fue Adolphe Thiers quien derribó definitivamente los tabúes alimentarios cuando parafraseó a Jean-Jacques Rousseau diciendo aquello de «quand le peuple n'aura plus rien à manger, il mangerale riche». Sea o no sea lo uno o lo otro una atribución real, una fantasía apócrifa, se dijo una gran verdad: los ricos están bien ricos, de toma pan y moja y échate una buena siesta. Siglos de selección y buena crianza los han convertido en una auténtica delicia al alcance de muy pocos y una tentación en tiempos de necesidad que reclama la colectivización de su disfrute.
Un recetario con cuarenta recetas de ayer y de hoy que sacudieron el mundo. Un viaje a la gastronomía oculta. ¡Plutófagos del mundo, uníos!
Mientras andaba enfrascado en la redacción de un nuevo título de la serie «Historias vallecanas», me surgió la necesidad de tomarme un paréntesis. Ya sabéis, te encallas y, aunque la novela parezca rular y contar con un cierre convincente, tira de la sisa en algunos capítulos y no acaba de cuajar. Así que es hora de un reposo, un reposo activo y distractorio.
En ese trance, como bajas la guardia, te asalta una idea, una buena idea. Normal, la cabeza no para y, predispuesto como estás a surcar nuevos mares creativos, te viene una de esas inspiraciones ocasionales que se te clavan en la sesera pidiendo salir a golpes de martillo. En cierto modo, este libro es un hefesto secundario de otro proyecto que en paralelo tengo entre manos pero en el campo del ensayo académico, faceta literaria que mantengo al margen de este blog. Imbuido por el análisis de la evolución de distintas ideologías en el marco universitario, los avatares políticos españoles y europeos del último siglo y viendo lo que se está cociendo en todo el planeta con el aumento de la desigualdad y la pobreza, esta obra parecía, más que oportuna, obligada, y más que un acto de rebeldía un acto de desahogo de las tensiones vivenciales con visos de divertimento intelectual.
Hoy en día, el lema «cómete a los ricos» ha adquirido una relevancia exagerada. Es una frase muy potente con un peso específico que va más allá de la gracieta. Seguramente, tiene ahora la misma potencia, o casi casi la misma, que cuando se pronunció en el siglo XIX. Volvemos a escenarios tan espeluznantemente parecidos a la Inglaterra de Dickens, la Francia de Voltaire o la España de Galdós o Valle-Inclán que se te pone la piel tan de gallina que te dan ganas de bañarte con agua caliente para hacer caldo. Así que... ¡Qué mejor que darle cancha a la expresión a ver qué juego literario da de sí desde la sátira, esa salsa de los ofendidos que no aceptan pasar por tontos ante sus opresores!
Este recetario satírico —coherente con el carácter simbólico del lema, aunque suene literalista por eso de las recetas— se compone de un texto introductorio y cuarenta recetas, entre entrantes, primeros platos, segundos y postres, con los que recorremos la historia de las revoluciones progresistas: antifeudales, liberales, republicanas, socialistas, comunistas o anarquistas. Partiendo del ensayo-ficción, toco ahora el recetario-ficción, salpimentado con toda clase de tópicos y puyas, en el que retrato con ironía nuestra sociedad, planteo la reescritura de la historia (destapo el esperpento de la realidad) o resalto la comicidad del absurdo existencial. Personalmente, ha sido un recordatorio de mis años de carrera, cuando estudiaba Geografía e Historia, y en concreto del disfrute de leer libros como Uñas azules, jacques o ciompi, de Mollat y Wolff, o asistir a las clases de Medieval, Moderna y Contemporánea donde se hablaba en profundidad de esas conmociones sociales encabezadas en el cartel por la Revolución francesa o la Revolución rusa como hitos protagónicos y exponentes máximos del fin de un tiempo y el comienzo de otro.
Los que me conocen saben que hasta para escribir la lista de la compra me documento, así que alrededor de este proyectillo no ha faltado rebuscar materiales para darle a la fantasía un cuerpo sólido en pos de la verosimilitud de lo imaginado o recreado. No ya en lo histórico, sino en lo que atañe a la vertiente gastronómica, que es el 55 % de este proyecto. Así que entre los programas de Arguiñano, los libros de recetas o los tutoriales caseros, me he puesto las pilas en la historia, la teoría y la práctica pucheril para saber como describir unos platos de ricos muy ricos que sean creíbles e increíbles y que te hagan la boca agua. Se ha evitado el anacronismo en lo posible, pues algunos ingredientes tienen fecha de nacimiento aparte de la de vencimiento; y se rescatan algunas personalidades relevantes de la historia de las cocinas, mezcladas con personajes ficcionados o de ficción, como es de rigor en este género satírico. También, se advierte, para los alérgicos, los alérgenos plutogástricos que tiene cada plato, no sea que tengamos un susto cuando más feliz se tiene que estar, que es en la hora de comer.
Espero que nadie malinterprete mi libro como una apología del canibalismo, nada más lejos de mi intención. La antropofagia debe permanecer en un plano símbolo palpable, no como una realidad masticable. Tampoco ha de verse como una apología de la caza o la domesticación del rico más allá de la ley, pero sí como un tirón de orejas a lo Jonathan Swift contra su obscena ansia de acaparamiento a saco y su falta de escrúpulos éticos para llevar el ascua a su sardina por su santo morro o sus gordos talones. Los artistas no podemos, aunque sea por mera sensibilidad pasar del dolor o el horror que nos rodea, tenemos de algún modo que hacerlo nuestro para, por lo menos, reírnos de ello y paliar la agonía. El humor absurdo es un aplacador efectivo del pánico que suscita el sinsentido de este mundo loco donde la maldad se alía con la mediocridad y la crueldad. Por lo demás, ni vence ni ataja, solo insufla esperanza o inspira ponerse a buscar soluciones.
Primera página de la introducción |
Finalmente, indicaré que ha sido un libro rapidito, un «aquí te pillo, aquí te escribo». Entre la concepción, la redacción, la corrección y la maquetación, habrá sido un mes de trabajo. Si lo llego a hacer de fast food, lo hubiese completado en diez días, pero se trata de recetas de primera categoría, algunas bastante complejas de elaborar (sí, están verificadas y catadas, que lo suyo es hablar con conocimiento de causa). Aun así, tenéis a vuestro alcance un libro rotundo, de premio, imperecedero, heredable.
Como pasa con la cocina, son los escritores entrenados los que te pueden preparar un libro sabroso, fácil de masticar, tragar y digerir con altos aportes nutritivos en un tiempo razonable. No lo intenten en casa si no cuentan con conocimiento y experiencia, ni ponerse a juntar letras ni ponerse a mezclar ingredientes. No todo el mundo vale para escribir de ricos ni para cocinarlos.
Que les aproveche la lectura y la comida, que todo ello engorda al ser humano. ¡Buen apetito!
Castellano
112 páginas
17,78 x 0,69 x 25,40 cm
Rústica y tapa dura
(también hay versión Kindle)
RESEÑAS
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