sábado, 13 de septiembre de 2025

EXPEDIENTE BÉLMEZ PRIMEROS PÁRRAFOS

 



EXPEDIENTE BÉLMEZ

PRIMEROS PÁRRAFOS

de Fernando Figueroa



SINOPSIS DE LA NOVELA: Mayo de 1984. En una casa baja del barrio de Entrevías se producen fenómenos extraños. El suicidio del dueño de la casa obliga a Tralla, un baterista de heavy metal y admirador de Aleister Crowley, a desentrañar el misterio que se oculta detrás. Guiado por la Providencia, reunirá a un grupo de valientes: un formalito, un tocapelotas, una virgen, una fresca y un mudo, que lo acompañarán en su odisea de ultratumba. Todos juntos, se enfrentarán al mal que anida en el interior de la tierra y que amenaza con dominar el mundo. A ritmo de sexo, drogas, rock y magiak, descubriremos los secretos ancestrales que las viejas leyendas de Vallecas esconden.


Cuando se venden melones, se suele dar a catar el producto. En el caso de los libros, no está de más dar de catar unas páginas para saber si su contenido va a ser del agrado de posible lector, que este aprecie si la lectura le va a dejar un buen sabor de boca o si va a resultar indigesto, para prevenir un mal rato. He ahí que le sirvo esta degustación de Expediente Bélmez, para que, cuando se pregunte si se lo va a llevar o no a casa, tenga mejores elementos de juicio.

Sin más retraso, leamos los primeros párrafos del primer capítulo.


MIÉRCOLES 16 DE MAYO


Los vio llegar a lomos de una hermosa yegua blanca,

cubiertos por la túnica blanca, por el turbante azul,

embozados con la capa roja, con la mirada verde,

a las puertas doradas del palacio de cristal,

sobre la ladera de los hombres sabios,

frente a la cueva de los malditos,

ante el pozo de los deseos.

Eran dos, eran uno, eran tres.

No temas, buscador.

El favor del Único está contigo,

el Elegido cabalgará a tu lado,

la mano de Fátima te guiará.

Dios protege a sus siervos.

Guárdate del necrófago

y de su amo.


֍ Α ۞ Ω ֍


Se arrimó sin ganas, con apuro. Fede no podía retrasar por más tiempo su encuentro con el Pegaso o pensaría que lo estaba toreando. Tenía que dar la cara y decirle...

¿Qué pasa? ¿Llevas mucho esperando?

Fumando espero al hombre que yo quiero. Dos cigarrillos. ¿Dónde lo tienes?

¿El qué? —dijo Fede esquivando su mirada.

¡Cómo que el qué! ¿No quedamos en que me traías hoy eso?

Es que… Verás… —Por fin lo soltó—: Ahora no te lo puedo vender.

No me jodas. ¿Me lo vas o no me lo vas a traer?

Verás, ya no lo tengo. Puri necesitaba uno igual y…

¿Quién es Puri?

Una amiga.

Un chocho querrás decir. —Como si no lo conociera.

Es una amiga.

¡La madre que te parió! ¡Con lo que me ha costado juntar la guita! ¡Todo por hacerte un favor! —El Pegaso echaba pestes, le clavó la mirada—. ¿Cuánto te ha pagado? —Fede se metió las manos en los bolsillos—. ¡No me jodas que se lo has regalado!

Había sido su cumpleaños.

¡Tú eres gilipollas, chaval! Vaya manera de hacer negocios. ¿No me dijiste que estabas muy necesitado, que querías comprarte un buga para currar, irte de fiesta, ligar, que si patatín patatán?

Fede sacó el genio, qué caray, ni que estuviera obligado:

Era mío, ¿no? Pues yo hago lo que quiero con lo que es mío.

¡Ja, ya está, solucionado! Menudo pringao. Sigue así y acabarás siendo un desgraciao. Esa te va a sacar los hígados como te descuides. ¿Qué crees, que te la vas a chiscar por regalarle un radiocasete? Ni que vivieras en un poblado indio. —Fede se mordía la lengua—. Seguro que ni te ha dado un piquito, John Travolta.

Si fuera Travolta, no me haría falta hacer regalos.

Eso seguro. —Tiró la colilla—. Ni un piquito te ha dado… ¡Hay que joderse!

No me la guardes. —Pegaso se retorcía—. ¡Va! Te invito a un botijo. Es lo mínimo.

No me hables.

Pues no te hablo.

Estuvieron callados unos largos minutos, sentados en el murete, con los pies colgando, respirando como renacuajos. Fede le miraba de reojo. Pegaso le miraba de reojo. Fede se rascó la cara y empezó a reírse por dentro. «¡Ese Pegaso!». Cómo lo conocía, ahora le vería sonreír de soslayo y... se irritaría más aún.

¿Te estás cachondeando de mí?

Deberías darme las gracias.

¿Por qué, coño!

Te he obligado a ahorrar.

¡Hombre, gracias por enseñarme a usar la hucha! Sin ti estaría perdido.

Ahora tienes los bolsillos con tanta pasta que no sabes qué hacer con ella.

¿Que no sé qué…? ¡No jodas que me vas a administrar tú los dineros?

Cómprate una camiseta chula, que siempre vas con las que te trae tu hermano de la empresa.

Me gusta el caballito.

¿No te interesaría un televisor pequeño, de esos de campin?

Paso de tus ventas. Ahora apechugas con lo tuyo y te lo comes solito. La de tornillos y arandelas que vas a tener que vender para comprarte una cama con ruedas, Travolta.

¿Seguro que no te interesa? Se lo puedes revender a tus padres o se lo regalas. Sí, para cuando se vayan los domingos a comer al río.

¡Ni de coña!

Tú mismo. Era una buena oportunidad. Venga, vayamos a tomar algo. Yo te invito.

Pegaso estaba muy escocido. Si no se lo hubiera puesto todo tan bonito, si no le hubiera dicho que era un chollo, que si era made in Japan, con altavoces estéreo, doble pletina, grabadora…, si no le hubiera dicho tantas pamplinas poniéndole los dientes largos, ahora no tendría esas enormes ganas de morderle. Estuvo feo que Fede se aprovechase de que estaba harto de pedir prestado el walkman al asqueroso de su hermano para escuchar sus cintas o de coger por la noche la cascada radio de su madre para oír sus programas favoritos. ¡Qué rollo! Sin dinero no tienes cosas, pero tienes el dinero y no siempre te venden lo que quieres. ¡Bienvenido a la sociedad de consumo: abundancia pero de lo que los empresarios quieran y esté de moda! Además, no era la primera vez que Fede le fallaba. Hacía cuatro años pasó lo del Montoya y eso, eso fue muy gordo, y eso se lo perdonó, que eran colegas, y ¿para qué? Para que no le vendiese un radiocasete porque quería mojar. ¡Qué cabrón! Él quizás habría hecho lo mismo, pero quizás en orden inverso por lo de la ley conmutativa… Me das, yo te doy. ¡Qué cojones!, le pareció muy caro y, sin embargo, había hecho el esfuerzo de reunir todo el dinero tan solo por ayudarlo. Que se pueda hacer no significa que se deba hacer, que la amistad se pueda tirar por tierra por un polvo.

Entraron en el bar. Una bofetada a fritanga rebajó el mal rollo de sopetón. Pegaso tenía la sospecha de que los extractores se inventaron para robar a los locales su alma y Fede calculaba que más se ahorraba instalando uno nuevo que arreglando el viejo. Sin embargo, el bar de Pepe conservaba el encanto de la cutrez, libraba al personal de una vida anodina, sin sustancia, sin cariño. Aquella atmósfera seducía hasta el agobio, un agobio dulce y mortecino que había acompañado por largo tiempo muchas de sus regadas fantasías como para renegar de su rutinario abrigo con melindres de pijos y cabreos de niñatos. Que no hay tutía, pues no hay tutía. Así era el bar de Pepe: hay lo que hay y vivamos en paz; si no te gusta, vete a chupar a otro lado.

Se sentaron, acogidos por el pegajoso abrazo de las sillas, pidieron dos cervezas y el jefe se las llevó a la mesa junto a un platillo de cacahuetes. Se estaba de lujo. Las cáscaras de los cacahuetes sabían a calamares fritos. Daba gusto chupetearlas.

¿Qué tal en la imprenta?

Mejor que fuera de ella. Allí eres alguien. En la calle no eres más que un viandante y, en casa, simplemente uno más a la espera de dejar el nido.

Te despertaste profundo.

A ver. ¿Qué nos espera aquí, en este barrio de…?

Después de la mili pienso irme de casa —dijo todo serio.

No tienes para un coche, vas a tener para un piso en el quinto pino. ¡Qué ingenuo eres!

Me iré de alquiler.

Ah, bueno. Eso es otra cosa, claro. Otra cosa. No hay nada como ser pobre para tirar el dinero sin visión de futuro.

Un tipo entró en el bar nerviosito perdido, casi se traga la puerta. El dueño se asustó nada más lo vio. Era un cliente habitual, sí, pero al que el denso sudor acumulado sobre sus cejas y su mandíbula desencajada habían hecho irreconocible. Era un espanto verlo moverse sin centrar la mirada ni pisar con firmeza.

Pepe, ponme un coñá —dijo sin apenas fuelle antes de acodarse en la barra—. ¡La que se ha liao!

¿Qué ha pasado? —le dijo poniendo la copa—. Te veo muy mala cara.

Tú, sirve. —Pepe abrió la botella —. De ese no. Del Soberano.

¿Se te ha muerto alguien?

Mi vecino... Pobre hombre.

¿Quién? ¿El loco de la garrota?

Se ha matado —contestó antes de cascarse el coñac de un solo trago—. Se ha matado hace un rato.

¡No jodas!

Se ha cortado el cuello con un trozo del espejo en su baño. La Dolores vio la puerta abierta de la casa y, con lo cotilla que es y como había estado haciendo obras en la casa, se metió a ver qué había hecho y fue cuando se lo encontró degollado como un cordero.

Pepe le sirvió otro coñac.

¡Anda! Tómate otro.

A la Dolores le dio tal jamacuco que se la han llevado para la casa de socorro.

Pegaso y Fede prestaban mucha atención. La historia se las traía. Les sonaba eso del loco de la garrota. Nunca lo habían visto, ¿o sí?, había varios viejos chochos por el estilo dando vueltas por el barrio. Mientras más señas daban, más concretaban. Recordaron que algo habían sentido contar acerca de un tío que la emprendía a garrotazos con los árboles del parque, que gritaba de repente cosas sin sentido por la calle y que se metía con la gente sin ton ni son, solo por tocar los cojones.

A este le tengo visto —le dijo Fede al oído refiriéndose al rostro pálido—. Vive en Bélmez.

Pues tengo curiosidad. —Le dio una palmada en el hombro—. Suelta los duros, que vamos a asomarnos. Igual hay suerte y salimos en la tele.


Hasta aquí esta muestra. Si se quiere saber cómo sigue y se transforma la historia en un viaje hacia el otro lado de la realidad tangible, tendrá que conseguirse el libro




miércoles, 10 de septiembre de 2025

DONDE LAS ADÁN LAS EVA

 






DONDE LAS ADÁN LAS EVA

Microrrelato de Fernando Figueroa



—¡Joder, está en bolas!
—Si te parece la iba a pintar con un taparrabos. Es Eva no Jane.
—Y ese es Adán, no Tarzán. Hasta ahí llego, macho, pero lo normal es que le pongan una hojita de parra. ¿O no?
—Ya, pero las Escrituras no dicen nada de hojas. Por eso el autor se ha tomado la libertad de no ponerles nada para simbolizar la inocencia, que eso sí que sale en algún versículo.
—¡Total! Creía que era porque, como no se había inventado el telar ni la caza, se tapaban así. Ya veo que era por la puta censura.
—¡Ahí le has dao! Las mentes sucias.
—Sí que lo son, porque, vamos a ver, ¿cómo carajo se sujeta la hojita? ¿Se mete la chorba el rabito por el coño y el tío por el agujero del pito?
—O se la pega al prepucio con resina.
—¡Eso duele!
—Eso duele mucho.
—Sobre todo si se te pone dura. Porque estos follaban fijo.
—Reproducirse no, pero follar, como macacos, tronco, como putos macacos con el culo colorado. Todo el día ahí, tirados en la hierba del Paraíso, chingando.
—Eso es vida y no currar como un gilipollas, salir los sábados por los garitos de siempre y acabar mojando el churro con la desesperada de turno.
—¿No me digas que te tiraste a la Chelo?
—¡Eh! ¡Yo no he dicho eso!
—Sí lo has dicho.
—Vale. Lo habremos hecho un par de veces.
—¡Ya serán más!
—Tienes la mente sucia, mamón.


 

Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el reto El arte y la literatura, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Reto que consiste en:

Escribir un microrrelato de 250 palabras donde una obra de arte plástica sea la protagonista o el detonante de la historia.

Dicho y hecho, aquí van 250 palabras clavadas de nuevo que, espero, configuren un texto ameno para el auditorio lector como veces anteriores. Un diálogo que conecta los imaginarios culturales con la realidad cotidiana.

Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para El Tintero de Oro:


Hasta que llegó su hora

Adiós, muñeca

El tiempo hace oro

El ganador se lleva todo

Ver de primeras

Asunto de familia

Sancho el Deditos


domingo, 13 de julio de 2025

REFERENTES DE EXPEDIENTE BÉLMEZ (1)

 



REFERENTES DE

EXPEDIENTE BÉLMEZ

de Fernando Figueroa



SINOPSIS DE LA NOVELA: Mayo de 1984. En una casa baja del barrio de Entrevías se producen fenómenos extraños. El suicidio del dueño de la casa obliga a Tralla, un baterista de heavy metal y admirador de Aleister Crowley, a desentrañar el misterio que se oculta detrás. Guiado por la Providencia, reunirá a un grupo de valientes: un formalito, un tocapelotas, una virgen, una fresca y un mudo, que lo acompañarán en su odisea de ultratumba. Todos juntos, se enfrentarán al mal que anida en el interior de la tierra y que amenaza con dominar el mundo. A ritmo de sexo, drogas, rock y magiak, descubriremos los secretos ancestrales que las viejas leyendas de Vallecas esconden.


Toda creación bebe de otras y no voy a ser yo el que niegue que la originalidad emana de la tradición como la compota proviene de la huerta. En este caso, Expediente Bélmez tiene, entre otras influencias culturales, palpables y latentes, la del cine y la televisión de los ochenta y de un poco más lejos. Empecemos a enumerar esas películas o series cuya huella —incluso sus clichés que no parecen clichés— se deja sentir entre sus páginas, al menos para la generación del baby boom a la que pertenezco y sin menoscabo de introducirse en una historia la mar de original que sorprende y divierte al lector por partes iguales.

El club de los cinco (o The Breakfast Club) es una película de 1985 para adolescentes que disfruté en su día por muchas cosas. La principal es que se trataba de un conjunto de personajes variopintos y problemáticos conviviendo forzosamente en una situación de encierro. En mi novela, y en mis novelas, la coralidad es importante. No me gustan las historias que se consagran a la exaltación del héroe individualista, me parece algo falso e irreal para alcanzar el éxito sin dejar cadáveres por medio. En Expediente Bélmez, tenemos un grupo de adolescentes de barrio, cada cual con su propia personalidad e idiosincrasia y que, entre tiranteces o afinidades, se irán conociendo y harán piña para conseguir salirse con la suya frente al reto que se les avecina. Ese «solo no puedes, con amigos sí» en clave de asfalto.



Los Goonies es otra película de 1985 a tener en cuenta. Igual que en la anterior, tenemos a un grupito con distintos talentos que se conjugan en bien del colectivo, pero que, a diferencia de ella, aquí la realidad cotidiana abre una puerta a lo extraordinario. Los protagonistas de Expediente Bélmez, jevis y poperos, son unos vallecanos que viven y sienten el barrio y que, de la noche a la mañana, se encuentran inmersos en una aventura espectacular que pone a prueba su lealtad, el control de sus hormonas y el compromiso con la causa.

Poltergeist es una película de 1982 que vi en el instituto. Difícil verla, siendo de Entrevías, y no establecer alguna clase de paralelismo entre esas urbanizaciones suburbiales de casitas blancas made in USA y los poblados dirigidos del franquismo, la noche y el día en cuanto calidades y prestaciones pero muy sugestivos en cuanto a saber cómo se han levantado y sobre qué. Por supuesto, algunos de los componentes de esta compañía de aventureros que exploran el Más Allá tienen sus dotes psíquicas.


La torre de los siete jorobados de 1944 es la referencia más antigua y la más castiza de todas. Sin duda, el lector entenderá la conexión una vez avance en la historia. Aquí no les voy a decir nada más salvo que no hay jorobados y que ningún pueblo puede escapar de ninguno de los episodios de su historia y de su leyenda, y aquí en Vallecas hay mucha historia y mucha leyenda.

Otro referente evidente es Dragones y mazmorras (Dungeons & Dragons), serie de 1983-1985, emitida en TVE en 1985. Si sumamos todo lo dicho antes, salen las cuentas hasta el punto de poder decir que cada uno de los personajes de Expediente Bélmez encarna algún arquetipo guerrero o mágico que se ven obligados a desarrollar para cumplir con su misión en su lucha compartida contra el mal.



Cerramos con una serie británica —de las muchas que de misterio, suspense o fantasía completaban la parrilla infantil de los años setenta y ochenta—, Dentro del laberinto (Into the Labyrinth) de 1980 a 1982, emitida en TVE en 1981 y 1982. Una serie cavernosa y con viajes en el tiempo, con un grupito de tres chicos inmersos en una aventura en la que se confrontan mágicamente las fuerzas del bien y del mal perpetuadas siglo tras siglo, con objetos mágicos por medio.

Con todo esto, percibimos que una novela ochentera no tiene por qué no tener sustancia, como tampoco la cultura pop o el folklore urbano. Es más, toda recreación histórica necesita afincarse en el imaginario de esa época para conectar con una generación de lectores que han vivido esos tiempos. Al menos se intenta.


Expediente Bélmez

Historias vallecanas




lunes, 5 de mayo de 2025

HASTA QUE LLEGÓ SU HORA

 





HASTA QUE LLEGÓ SU HORA

Microrrelato de Fernando Figueroa


Me esperaba esa falta de lealtad de alguno de estos que me rodea, de los que están en mi radio de acción, en mi esfera de influencia, pero no de ti, te lo juro. Sí, sí, no bajes la mirada. ¡Te pillé! En fin, me iba a enterar de todos modos por muchos rodeos que dieses. ¿No te dabas cuenta de que te seguía? Claro que te dabas cuenta, descarada. No le demos más vueltas porque, si no, será como darte cuerda e invitarte a llamarme tirano. ¿A que te gustaría, eh? ¿No me llamaste así otras veces? Eres tan punzante y fina como patilarga y picaflor, tu amiga. Ah, ¿que no lo sabías? Sí, la que te sigue siempre, la segunda de abordo, esa que te quiere tanto que no te deja respirar. ¿Crees que te tiene aprecio? Te la ha jugado. ¡Sí! A esa loquita le gusta el mismo que a ti. Se ve con él cada hora, mientras lo recibes cuando me marcho, cuando salgo en punto a hincar el cayo porque para mí hay todavía cosas sagradas, como el trabajo. ¿Qué pensabas, que no me lo cruzaría? Pero si se paseaba siempre por encima de mi cabeza con cara pardillo, cantando mis méritos como si fueran los suyos, nada más le abrías la puerta como si te faltase el aire, como si te ahogase la rutina. ¡Menudas pájaras! ¡Y menudo cuco! ¡Un día cazo al pollo, lo clavo y lo paro todo! Espera y lo verás.


Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el reto Es el tiempo de la espera, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Reto que consiste en:

Escribir un microrrelato de 250 palabras donde la espera sea la protagonista o el detonante de la historia.

Bien, pues 250 palabras clavadas de nuevo que, espero, conformen una composición satisfactoria para el auditorio lector como veces anteriores. Recordemos que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para El Tintero de Oro:


Adiós, muñeca

El tiempo hace oro

El ganador se lleva todo

Ver de primeras

Asunto de familia

Sancho el Deditos


martes, 4 de marzo de 2025

ADIÓS, MUÑECA

 





ADIÓS, MUÑECA

Microrrelato de Fernando Figueroa


Sabía que me la jugarías, que me lastimarías sin cargo de conciencia, sin el menor remordimiento, sin el menor rubor, sin ningún titubeo, sin explicaciones, a sangre fría, como las mujerzuelas que juegan con los hombres y coleccionan corazones rotos. Leí tarde las señales. Cuando te veía callada, creía que te me insinuabas. Cuando me mirabas aburrida, pensaba que fantaseabas con que tomara la iniciativa. Cuando me mirabas con desdén, que me ponías a prueba. Cuando cerrabas los ojos, te imaginaba soñándome. Sin embargo, jamás derramaste una lágrima por mí, ni soltaste una risita, ni una sonrisa siquiera. Tampoco me gritaste enfadada, ni murmurabas a mis espaldas. Más bien, eras la indiferencia toda, pasabas de todo e ibas a tu bola, te hacías la tonta cuando te preguntaba la hora o te caías de la cama a la mínima para huir de mis caricias y de mis besos. Si al menos hubieras mirado a otros, a otras, si hubieras fingido placer al penetrarte con el peor de los teatros, entusiasmo sin disimulo al dejarte sola. No me dejabas nada claro y me lo estabas diciendo todo. Llevabas escrita en la frente la palabra «problemas», pero no la leí. No leí el manual de instrucciones que trae consigo humanizar a las cosas. Solo me habían enseñado a cosificar a las personas, las mascotas y las plantas, y, en ese despiste, había perdido la oportunidad de agarrarme a mi envoltorio y fundirme contigo en un eterno festival de plástico, látex y silicona.


Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el reto ¡Música, maestro!, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Reto que consiste en:

Escribir un microrrelato de 250 palabras sobre el desamor.

Bien, pues 250 palabras clavadas de nuevo que, espero, conformen una composición satisfactoria para el auditorio lector como veces anteriores. Recordemos que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para El Tintero de Oro:


El tiempo hace oro

El ganador se lleva todo

Ver de primeras

Asunto de familia

Sancho el Deditos





jueves, 27 de febrero de 2025

REFERENTES DE PENTESILEA

 




REFERENTES DE PENTESILEA

textos de Fernando Figueroa



SINOPSIS DE LA NOVELA: 2010, Madrid. Gloria vive presa de su pasado y de un futuro incierto. Para escapar de la angustia, se enfrascará en una tesis doctoral sobre el rock en Vallecas. Gracias a ello, conocerá a una serie de personajes enraizados en el asfalto, entre el crepúsculo y el amanecer, la ilusión y el desencanto, el fracaso y el triunfo, con los que Gloria compartirá sueños, frustraciones, traumas y heridas pese a pertenecer a épocas distintas. En especial, seguirá el rastro de dos bandas míticas, ya desaparecidas, que intuye podrían reunirla con su madre ausente: Pentesilea y Crines de Caín. 

Pentesilea es una historia ficticia, una tragicomedia urbana, agridulce y sucia a ratos, una alegoría que entrelaza mitología e historia, realismo y simbolismo, que usa el rock y el sexo como metáfora de los conflictos humanos y sociales.


Detrás de toda novela hay un conjunto de referentes que se manifiestan expresa o sutilmente en su contenido. En este caso, abordaré algunos que afectan a la construcción de la protagonista de la novela urbana Pentesilea, Gloria, explicando de qué manera se establece dicha relación.

En primer lugar, tenemos dos referentes musicales: el tema «Gloria» de Van Morrison y el grupo Them (1964), versionada y convertida en un éxito mundial por Patti Smith (1975); y el homónimo «Gloria» de Umberto Tozzi y Giancarlo Bigazzi (1979), con sus faldas en el aire. Cuya resonancia, evidentemente, se liga a su nombre propio, un nombre cargado de ironía en ocasiones o exultante de la épica de los perdedores en otras.

Quería que el mensaje de la canción de Van Morrison, underground, temerario, al límite, inmolador, liberador, y la fuerza interpretativa de Patti Smith se vinculase con la protagonista, convertida en una heroína sin espada, una guerrera sin bandera que camina por la jungla urbana entre fieras de todos los colores y sabores, en busca de preguntas y respuestas que den sentido a su mierda de vida. En el caso del tema popularizado por Umberto Tozzi, su alusión está implícita en un episodio donde las faldas y lo que se oculta bajo ellas adquieren una lectura dramática que contrapone la ligereza de los ritmos poperos con la rudeza y pesadez reflejada en el hard rock y el heavy metal.

En otro orden, contamos con referentes cinematográficos. Inevitables películas que, por una u otra causa, se quedaron retenidas en mi mente por su simbolismo y que atañen al imaginario femenino y su relación con una masculinidad hostil o perversa.

Repulsion (Roman Polanski, 1965) es una película que me impactó muchísimo cuando la vi en televisión y creo que pocas han reflejado de un modo tan descarnado y visualmente poético la enajenación de una víctima infantil de abusos sexuales. Este aspecto está latente y se sugiere en mi novela del mismo modo que Polanski lo sugiere en su película, por medio de la inclusión de tics o manías y pistas gráficas. No obstante, Gloria no cae en la deriva hacia desequilibrio mental y la desconexión de la realidad de Carol. Deambula entre la confusión y la inseguridad, la negación y la autodestrucción, la ilusión y la superación. Afronta sus fantasmas y combate contra sus monstruos desde el silencio del secreto, y aguarda una redención de sus pecados que no vendrá de ninguna otra persona más que de ella, aunque encuentre por el camino ayudantes que le indicarán, queriendo o sin querer, por donde debe ir para poder vivir algo parecido a una vida alejada del dolor.

Candy (Christian Marquand, 1968) es una comedia que explota el filón comercial de la contracultura de los sesenta y reconozco que me enamoró por su fantasía, desparpajo y estética, con un fuerte peso de lo musical. Se configura como un viaje iniciático de autodescubrimiento que plantea las vicisitudes que acarrea en una mujer heterosexual una entrega incondicional a los hombres en un mundo eminentemente machista. La trama emula el Cándido de Voltaire o a una especie de Lazarilla del amor, aunque con una protagonista que apuntala su inocencia en un candor carnal rollizo, una trama con aires hippibudienses, una pléyade de arquetipos que alcanzar el esperpento y una buena dosis de hedonismo y delirio que, hoy en día, adquiere un tono nostálgico y ve aumentado su toque provocativo. Ese deambular entre masculinidades tópicas y típicas, arrebatadas por la lujuria, pero más cargado de dramatismo y sujeto al realismo, o el tema de la cosificación de la mujer como un objeto de deseo al que alguno quiere despojar de voluntad para capricho o suplemento propios están en Pentesilea.

En otra vertiente, la revisión un tanto gamberra del imaginario jevi, que realizo en algunos momentos y que, sinceramente, se puede llegar corta frente a la realidad del rockosmos, toma bastante de This is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984), un falso documental en clave de comedia. Porque, eso sí, Pentesilea es una tragicomedia rockera con sus refrescantes momentos de relax y diversión. La idea de mezclar ficción y realidad ya me viene de antaño; hasta de plantear la ucronía, y aquí insisto en esa fórmula creando dos grupos ficticios que dejaron huella y legado en el rock español: Pentesilea y Crines de Caín; y algún otro grupo, otro rockero, otro álbum, otro tema, otro letra, otra sala, otro festival, otro concierto, etc. En el fondo, creo que la novela ha sido un pretexto para darme el capricho de diseñar un logo metalero chachi.

No por fácil o trillada, también puedo comentar la influencia del folclore o la mitología en la configuración de esta comedia humana y urbana. Se hace referencia, por ejemplo, al cuento de Caperucita Roja, en el emparejamiento de Gloria con su abuela, la figura del camino largo y corto o la configuración de algunos varones en depredadores de la inocencia o lo que quede de ella. Obviamente, la novela está plagada de alusiones mitológicas, como al Minotauro, la Odisea, o la encarnación en distintos rockeros, simple o mezcladamente, de dioses mundanos o caídos del panteón griego: Efesto, Hermes, Ares, Dionisos, Atenea, Artemisa, Afrodita, Hécate, Apolo, Zeus... Todo muy diluido en un crisol de contemporaneidad y agitado con la respectiva mitificación y corpus legendario que alimenta la historia del rock.


Por otra parte, me gustaría señalar, dado el fuerte peso del diálogo en formato de entrevista, el referente periodístico o antropológico. Horas de bareto he llenado leyendo entrevistas de figuras de la farándula o del mundo de la música, en especial del rock. En este sentido, la revista Jot Down ha sido una fuente de inspiración innegable, cuyas entrevistas he disfrutado como un enano, hasta el punto de querer emularlas a mi estilo y desde la ficción en las páginas de esta novela. El rol de la protagonista como doctoranda, investigadora universitaria, me ha permitido desarrollar un conjunto de conversaciones que, en el fondo y en su teatralización, también beben de mi propia experiencia en el trabajo de campo entrevistando y observando a informantes de lo más variopinto en sus modos y maneras.


Hay muchos referentes más, sutiles o notorios, pero estos son los que por ahora me permito compartir. Espero sirvan como pequeño acicate para la lectura o para la escritura y que sean prueba de la fundamentación de mi imaginario literario en ese poso difuso y rico de la cultura popular pasada por el centrifugado de la cultura de masas requetecapitalista que nos bombardea a diario.


Otros referentes


Historias vallecanas



lunes, 24 de febrero de 2025

EN EL VALLEKAS NEGRA

 




EN EL VALLEKAS NEGRA

Fernando Figueroa


SINOPSIS: Tras haber sido invitado por Ignacio Marín a participar en la tercera edición del Vallekas Negra, festival de novela negra y social, servidor hizo acto de presencia el día 6 de febrero para hablar de su trayectoria y sus libros, en especial los incluidos en dichos géneros. La presentación estuvo a cargo de la escritora, traductora y música Ana Grandal.

 

Lo que prometía ser una jornada de festejo se amargó por la noticia, esa misma mañana, del fallecimiento de mi amigo, paisano y lector beta Manuel. Estuve con él en Navidades contándonos las novedades de nuestras vidas corrientes y molientes. Me dijo que andaba leyendo Pentesilea y que le estaba gustando mucho y no era un lector fácil, por eso quería que me leyese y me criticase y me anunció también que iba a ir a verme al festival para animarme. Hasta me lo confirmó con un correo unos días antes. Sin embargo, al final no pudo ser. Llegaba justito, se conoce. Murió el día antes, por la tarde. A lo mejor estuvo allí y no le vi. Es otra posibilidad. Era una hombre de palabra, sincero y con buen humor. El acto era en el barrio, le seguiría pillando cerca. Sea como sea, le siento alrededor cuando me pongo a escribir. Siempre fue un apoyo y seguirá siendo una inspiración.

Imaginad el trance, mi apuro ese día. Yo que me las prometía muy felices, con ganas de compartir el momentazo con gente nueva y los amigos que han estado ahí aguantándome y dándome aliento, acompañándome en mi crecimiento como escritor y artista, incluso como persona, y uno muy apegado se me va dejándome un vacío, un vacío muy gordo porque uno escribe para los demás y, en especial, para aquellos que reconocen su valía y conectan con su estilo y mundo interior. Me consolé con la presencia de otro amigo, paisano y lector fiel, Juan, que me acompañó en la jornada, y de la gente que asistió al acto, muy entusiasta del festival. Hay que rodearse de gente buena y vivir momentos positivos.

La presentación de Ana Grandal fue trabajada, cálida, se notaba que es una persona que ama la literatura, el arte, y que está enraizada en la cultura popular, en Vallecas. Hablamos de muchos temas, hasta de mis libros sobre grafiti, en especial de los referentes al barrio. Tuve ocasión de mentar incluso a mi abuelo y la deuda que tengo con él en el desarrollo de mi vocación por las letras y por tomar su testigo literario. En general, la conversación fluyó en un tono cordial y distendido que permitió conectar cada uno de los libros conmigo, atender su genealogía creativa y hacerse una idea del tipo de contenidos y estilo que podían ofrecer cada uno a los lectores. Como detalle del buen rollito, se procedió entre nosotros dos al trueque de libros de rigor y cortesía de autor a autor.

Se cumplió el principal objetivo y agradezco al Vallekas Negra por ofrecerme la oportunidad de alcanzarlo— era poder tener una plataforma lucida, cuidada e independiente para difundir la existencia de mi obra. En este caso, se añadía también la misión de visualizar el talento creativo que abunda por los andurriales vallecanos, aunque me quise mostrar más bien como un exponente más del talento que alberga y representa al malafamado pero dignísimo barrio de Entrevías, territorio y encrucijada peculiar dentro del Vallekosmos contemporáneo.


La presentación tuvo que agradar si atendemos al hecho de que nadie abandonó la sala y a la respuesta frente a la mesa de venta, pues se vendieron un manojo de libros. En concreto, el público se sintió interesado por Kómete a los rikos, Pentesilea, Los pistoleros o el caso Hamster, La caída o el caso Edipo, Expediente Bélmez o Pompinas. A la espera estaré de sus opiniones lectoras, que la retroalimentación es vital para el progreso artístico; más incluso que el vil metal.

Seguramente, hizo mucho jugar en casa y poder plantear ciertas claves que facilitaron la conexión con los convecinos. Más que escritor de barrio, allí estaba como escritor del barrio, con todo la responsabilidad y poderío que eso representa. Por supuesto, había mucho ganado en el terreno de la pasión de la lectura, que amalgama más que el mercurio, y me pareció entender que estaban presentes participantes del club de lectura de la librería La Verde y autores embarcados en el género negro, lo que se dice un público incondicional.

En definitiva, me lo pasé bien en la medida en que me sentí escuchado, arropado y atendido. Una grata experiencia que llevaré en mi corazón. No obstante, ha sido mi primer festival literario, de concurrencia con gente trillada y de renombre, y creo que eso debe marcar o, al menos, constituir un hito memorable en la carrera de cualquier escritor emergente y talludito.

Por si fuisteis y queréis recordarlo o no estuvisteis y queréis verlo, aquí os dejo la grabación realizada por el Ateneo Republicano de Vallecas de la presentación. Un saludo y que la vida os sea alegre.