martes, 4 de marzo de 2025

ADIÓS, MUÑECA

 





ADIÓS, MUÑECA

Microrrelato de Fernando Figueroa


Sabía que me la jugarías, que me lastimarías sin cargo de conciencia, sin el menor remordimiento, sin el menor rubor, sin ningún titubeo, sin explicaciones, a sangre fría, como las mujerzuelas que juegan con los hombres y coleccionan corazones rotos. Leí tarde las señales. Cuando te veía callada, creía que te me insinuabas. Cuando me mirabas aburrida, pensaba que fantaseabas con que tomara la iniciativa. Cuando me mirabas con desdén, que me ponías a prueba. Cuando cerrabas los ojos, te imaginaba soñándome. Sin embargo, jamás derramaste una lágrima por mí, ni soltaste una risita, ni una sonrisa siquiera. Tampoco me gritaste enfadada, ni murmurabas a mis espaldas. Más bien, eras la indiferencia toda, pasabas de todo e ibas a tu bola, te hacías la tonta cuando te preguntaba la hora o te caías de la cama a la mínima para huir de mis caricias y de mis besos. Si al menos hubieras mirado a otros, a otras, si hubieras fingido placer al penetrarte con el peor de los teatros, entusiasmo sin disimulo al dejarte sola. No me dejabas nada claro y me lo estabas diciendo todo. Llevabas escrita en la frente la palabra «problemas», pero no la leí. No leí el manual de instrucciones que trae consigo humanizar a las cosas. Solo me habían enseñado a cosificar a las personas, en especial a las mujeres, y, en ese despiste, había perdido la oportunidad de agarrarme a mi envoltorio y fundirme contigo en un eterno festival de plástico, látex y silicona.


Este microrrelato responde a la convocatoria de participación en el reto ¡Música, maestro!, propuesto por el blog El Tintero de Oro. Reto que consiste en:

Escribir un microrrelato de 250 palabras sobre el desamor.

Bien, pues 250 palabras clavadas de nuevo que, espero, conformen una composición satisfactoria para el auditorio lector como veces anteriores. Recordemos que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Ya de paso, aquí os dejo el enlace de mis anteriores microrrelatos para El Tintero de Oro:


El tiempo hace oro

El ganador se lleva todo

Ver de primeras

Asunto de familia

Sancho el Deditos





jueves, 27 de febrero de 2025

REFERENTES DE PENTESILEA

 




REFERENTES DE PENTESILEA

textos de Fernando Figueroa



SINOPSIS DE LA NOVELA: 2010, Madrid. Gloria vive presa de su pasado y de un futuro incierto. Para escapar de la angustia, se enfrascará en una tesis doctoral sobre el rock en Vallecas. Gracias a ello, conocerá a una serie de personajes enraizados en el asfalto, entre el crepúsculo y el amanecer, la ilusión y el desencanto, el fracaso y el triunfo, con los que Gloria compartirá sueños, frustraciones, traumas y heridas pese a pertencer a épocas distintas. En especial, seguirá el rastro de dos bandas míticas, ya desaparecidas, que intuye podrían reunirla con su madre ausente: Pentesilea y Crines de Caín. 

Pentesilea es una historia ficticia, una tragicomedia urbana, agridulce y sucia a ratos, una alegoría que entrelaza mitología e historia, realismo y simbolismo, que usa el rock y el sexo como metáfora de los conflictos humanos y sociales.


Detrás de toda novela hay un conjunto de referentes que se manifiestan expresa o sutilmente en su contenido. En este caso, abordaré algunos que afectan a la construcción de la protagonista de la novela urbana Pentesilea, Gloria, explicando de qué manera se establece dicha relación.

En primer lugar, tenemos dos referentes musicales: el tema «Gloria» de Van Morrison y el grupo Them (1964), versionada y convertida en un éxito mundial por Patti Smith (1975); y el homónimo «Gloria» de Umberto Tozzi y Giancarlo Bigazzi (1979), con sus faldas en el aire. Cuya resonancia, evidentemente, se liga a su nombre propio, un nombre cargado de ironía en ocasiones o exultante de la épica de los perdedores en otras.

Quería que el mensaje de la canción de Van Morrison, underground, temerario, al límite, inmolador, liberador, y la fuerza interpretativa de Patti Smith se vinculase con la protagonista, convertida en una heroína sin espada, una guerrera sin bandera que camina por la jungla urbana entre fieras de todos los colores y sabores, en busca de preguntas y respuestas que den sentido a su mierda de vida. En el caso del tema popularizado por Umberto Tozzi, su alusión está implícita en un episodio donde las faldas y lo que se oculta bajo ellas adquieren una lectura dramática que contrapone la ligereza de los ritmos poperos con la rudeza y pesadez reflejada en el hard rock y el heavy metal.

En otro orden, contamos con referentes cinematográficos. Inevitables películas que, por una u otra causa, se quedaron retenidas en mi mente por su simbolismo y que atañen al imaginario femenino y su relación con una masculinidad hostil o perversa.

Repulsion (Roman Polanski, 1965) es una película que me impactó muchísimo cuando la vi en televisión y creo que pocas han reflejado de un modo tan descarnado y visualmente poético la enajenación de una víctima infantil de abusos sexuales. Este aspecto está latente y se sugiere en mi novela del mismo modo que Polanski lo sugiere en su película, por medio de la inclusión de tics o manías y pistas gráficas. No obstante, Gloria no cae en la deriva hacia desequilibrio mental y la desconexión de la realidad de Carol. Deambula entre la confusión y la inseguridad, la negación y la autodestrucción, la ilusión y la superación. Afronta sus fantasmas y combate contra sus monstruos desde el silencio del secreto, y aguarda una redención de sus pecados que no vendrá de ninguna otra persona más que de ella, aunque encuentre por el camino ayudantes que le indicarán, queriendo o sin querer, por donde debe ir para poder vivir algo parecido a una vida alejada del dolor.

Candy (Christian Marquand, 1968) es una comedia que explota el filón comercial de la contracultura de los sesenta y reconozco que me enamoró por su fantasía, desparpajo y estética, con un fuerte peso de lo musical. Se configura como un viaje iniciático de autodescubrimiento que plantea las vicisitudes que acarrea en una mujer heterosexual una entrega incondicional a los hombres en un mundo eminentemente machista. La trama emula el Cándido de Voltaire o a una especie de Lazarilla del amor, aunque con una protagonista que apuntala su inocencia en un candor carnal rollizo, una trama con aires hippibudienses, una pléyade de arquetipos que alcanzar el esperpento y una buena dosis de hedonismo y delirio que, hoy en día, adquiere un tono nostálgico y ve aumentado su toque provocativo. Ese deambular entre masculinidades tópicas y típicas, arrebatadas por la lujuria, pero más cargado de dramatismo y sujeto al realismo, o el tema de la cosificación de la mujer como un objeto de deseo al que alguno quiere despojar de voluntad para capricho o suplemento propios están en Pentesilea.

En otra vertiente, la revisión un tanto gamberra del imaginario jevi, que realizo en algunos momentos y que, sinceramente, se puede llegar corta frente a la realidad del rockosmos, toma bastante de This is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984), un falso documental en clave de comedia. Porque, eso sí, Pentesilea es una tragicomedia rockera con sus refrescantes momentos de relax y diversión. La idea de mezclar ficción y realidad ya me viene de antaño; hasta de plantear la ucronía, y aquí insisto en esa fórmula creando dos grupos ficticios que dejaron huella y legado en el rock español: Pentesilea y Crines de Caín; y algún otro grupo, otro rockero, otro álbum, otro tema, otro letra, otra sala, otro festival, otro concierto, etc. En el fondo, creo que la novela ha sido un pretexto para darme el capricho de diseñar un logo metalero chachi.

No por fácil o trillada, también puedo comentar la influencia del folclore o la mitología en la configuración de esta comedia humana y urbana. Se hace referencia, por ejemplo, al cuento de Caperucita Roja, en el emparejamiento de Gloria con su abuela, la figura del camino largo y corto o la configuración de algunos varones en depredadores de la inocencia o lo que quede de ella. Obviamente, la novela está plagada de alusiones mitológicas, como al Minotauro, la Odisea, o la encarnación en distintos rockeros, simple o mezcladamente, de dioses mundanos o caídos del panteón griego: Efesto, Hermes, Ares, Dionisos, Atenea, Artemisa, Afrodita, Hécate, Apolo, Zeus... Todo muy diluido en un crisol de contemporaneidad y agitado con la respectiva mitificación y corpus legendario que alimenta la historia del rock.


Por otra parte, me gustaría señalar, dado el fuerte peso del diálogo en formato de entrevista, el referente periodístico o antropológico. Horas de bareto he llenado leyendo entrevistas de figuras de la farándula o del mundo de la música, en especial del rock. En este sentido, la revista Jot Down ha sido una fuente de inspiración innegable, cuyas entrevistas he disfrutado como un enano, hasta el punto de querer emularlas a mi estilo y desde la ficción en las páginas de esta novela. El rol de la protagonista como doctoranda, investigadora universitaria, me ha permitido desarrollar un conjunto de conversaciones que, en el fondo y en su teatralización, también beben de mi propia experiencia en el trabajo de campo entrevistando y observando a informantes de lo más variopinto en sus modos y maneras.


Hay muchos referentes más, sutiles o notorios, pero estos son los que por ahora me permito compartir. Espero sirvan como pequeño acicate para la lectura o para la escritura y que sean prueba de la fundamentación de mi imaginario literario en ese poso difuso y rico de la cultura popular pasada por el centrifugado de la cultura de masas requetecapitalista que nos bombardea a diario.


Otros referentes


Historias vallecanas



lunes, 24 de febrero de 2025

EN EL VALLEKAS NEGRA

 




EN EL VALLEKAS NEGRA

Fernando Figueroa


SINOPSIS: Tras haber sido invitado por Ignacio Marín a participar en la tercera edición del Vallekas Negra, festival de novela negra y social, servidor hizo acto de presencia el día 6 de febrero para hablar de su trayectoria y sus libros, en especial los incluidos en dichos géneros. La presentación estuvo a cargo de la escritora, traductora y música Ana Grandal.

 

Lo que prometía ser una jornada de festejo se amargó por la noticia, esa misma mañana, del fallecimiento de mi amigo, paisano y lector beta Manuel. Estuve con él en Navidades contándonos las novedades de nuestras vidas corrientes y molientes. Me dijo que andaba leyendo Pentesilea y que le estaba gustando mucho y no era un lector fácil, por eso quería que me leyese y me criticase y me anunció también que iba a ir a verme al festival para animarme. Hasta me lo confirmó con un correo unos días antes. Sin embargo, al final no pudo ser. Llegaba justito, se conoce. Murió el día antes, por la tarde. A lo mejor estuvo allí y no le vi. Es otra posibilidad. Era una hombre de palabra, sincero y con buen humor. El acto era en el barrio, le seguiría pillando cerca. Sea como sea, le siento alrededor cuando me pongo a escribir. Siempre fue un apoyo y seguirá siendo una inspiración.

Imaginad el trance, mi apuro ese día. Yo que me las prometía muy felices, con ganas de compartir el momentazo con gente nueva y los amigos que han estado ahí aguantándome y dándome aliento, acompañándome en mi crecimiento como escritor y artista, incluso como persona, y uno muy apegado se me va dejándome un vacío, un vacío muy gordo porque uno escribe para los demás y, en especial, para aquellos que reconocen su valía y conectan con su estilo y mundo interior. Me consolé con la presencia de otro amigo, paisano y lector fiel, Juan, que me acompañó en la jornada, y de la gente que asistió al acto, muy entusiasta del festival. Hay que rodearse de gente buena y vivir momentos positivos.

La presentación de Ana Grandal fue trabajada, cálida, se notaba que es una persona que ama la literatura, el arte, y que está enraizada en la cultura popular, en Vallecas. Hablamos de muchos temas, hasta de mis libros sobre grafiti, en especial de los referentes al barrio. Tuve ocasión de mentar incluso a mi abuelo y la deuda que tengo con él en el desarrollo de mi vocación por las letras y por tomar su testigo literario. En general, la conversación fluyó en un tono cordial y distendido que permitió conectar cada uno de los libros conmigo, atender su genealogía creativa y hacerse una idea del tipo de contenidos y estilo que podían ofrecer cada uno a los lectores. Como detalle del buen rollito, se procedió entre nosotros dos al trueque de libros de rigor y cortesía de autor a autor.

Se cumplió el principal objetivo y agradezco al Vallekas Negra por ofrecerme la oportunidad de alcanzarlo— era poder tener una plataforma lucida, cuidada e independiente para difundir la existencia de mi obra. En este caso, se añadía también la misión de visualizar el talento creativo que abunda por los andurriales vallecanos, aunque me quise mostrar más bien como un exponente más del talento que alberga y representa al malafamado pero dignísimo barrio de Entrevías, territorio y encrucijada peculiar dentro del Vallekosmos contemporáneo.


La presentación tuvo que agradar si atendemos al hecho de que nadie abandonó la sala y a la respuesta frente a la mesa de venta, pues se vendieron un manojo de libros. En concreto, el público se sintió interesado por Kómete a los rikos, Pentesilea, Los pistoleros o el caso Hamster, La caída o el caso Edipo, Expediente Bélmez o Pompinas. A la espera estaré de sus opiniones lectoras, que la retroalimentación es vital para el progreso artístico; más incluso que el vil metal.

Seguramente, hizo mucho jugar en casa y poder plantear ciertas claves que facilitaron la conexión con los convecinos. Más que escritor de barrio, allí estaba como escritor del barrio, con todo la responsabilidad y poderío que eso representa. Por supuesto, había mucho ganado en el terreno de la pasión de la lectura, que amalgama más que el mercurio, y me pareció entender que estaban presentes participantes del club de lectura de la librería La Verde y autores embarcados en el género negro, lo que se dice un público incondicional.

En definitiva, me lo pasé bien en la medida en que me sentí escuchado, arropado y atendido. Una grata experiencia que llevaré en mi corazón. No obstante, ha sido mi primer festival literario, de concurrencia con gente trillada y de renombre, y creo que eso debe marcar o, al menos, constituir un hito memorable en la carrera de cualquier escritor emergente y talludito.

Por si fuisteis y queréis recordarlo o no estuvisteis y queréis verlo, aquí os dejo la grabación realizada por el Ateneo Republicano de Vallecas de la presentación. Un saludo y que la vida os sea alegre.





jueves, 30 de enero de 2025

RUMBO AL VALLEKAS NEGRA

 




RUMBO AL VALLEKAS NEGRA

Fernando Figueroa


SINOPSIS: Tras seguir online y con sumo interés las dos primeras ediciones del festival Vallekas Negra, dedicado a la novela negra y social, he tenido el honor de ser invitado por Ignacio Marín a participar en su tercera edición. Este escritor, periodista y creador del festival, tuvo la gentileza de darme la oportunidad, como autor vallecano, de hablar en público de mi obra, todos esos libritos que se han ido acumulando a lo largo de los años desde 2009, año oficial del inicio de mi carrera como escritor. En especial, hablaré de mis títulos encuadrados en el género negro, urbano y satírico. Eso creo. Me abro a la iniciativa de la persona que me presente y a la improvisación.

 

Reconozco que estoy nervioso. Es mi primer festival. Mi primer festival asistiendo como invitado, para hablar de mis libros, ahí es na. ¿Qué se comentará de ellos, pobriños? ¿Los destaparán sin piedad, los deshojarán como pendones o condenarán a la guillotina en toda su pulposidad? ¿Qué me preguntarán desde arriba y desde abajo de la mesa? ¿Estaré brillante respondiendo o aburriré lo justo? ¿Resultaré convincente, acabaré sobreactuando? ¿Estaré a la altura del ramillete de artistas participantes, de un festival que corona su tercera edición? ¿Se me subirá a la cabeza la experiencia? ¿Representará un hito reseñable en mi progreso, será el culmen de mi carrera? ¿Venderé algo? Mira que si los acabo regalando todos arrebatado por el deseo de dejar huella. ¿Recordarán al menos mi nombre o el título de alguno de mis libros? Algunos son muy chulos.

Por si acaso, he repasado mentalmente mi trayectoria y el contenido de mis creaciones para no quedarme en blanco y parecer un impostor. Un par de bolsacas con ejemplares variaditos rematarán mi equipaje y despliegue. A una mano se escribe, a dos manos se mercadea. Las ocasiones hay que aprovecharlas, que nunca se sabe si se repetirán. Hay tan pocas oportunidades de encontrar un público selecto y receptivo, un público objetivo perteneciente al nicho de la literatura negra y social. Así que mejor que no falten los suministros por si acaso.

Listos para el desembarco

Por lo demás, cierto que estoy acostumbrado a hablar en público y a formar parte de una mesa hablando de esto y lo otro, lo mío y lo ajeno. Por ahí creo que no hay ningún problema pese al desentreno. Pero hablar de literatura, la literatura que uno cocina, no es igual que hablar de una disciplina científica, de una materia, de un ensayo, de lo que está en manos de otros, de dar una clase o compartir una opinión sobre un tema..., es hablar como de tu familia, de tus hijitos, de los que eres responsable pero no del todo, pues desde que se publican tienen su vida propia y te pueden meter en líos sin quererlo, a veces por accidente. Hablar de ellos, además, no es igual frente a los que los han leído y frente a los que no los han leído, unos los conocen o creen conocerlos, otros no tienen de ellos más idea que la conjetura o el prejuicio una vez se les han presentado por fuera. Por otro lado, es como abrirte en canal desde la experiencia propia, empezando por la cabeza, como pasó con Zeus, a mazazos y sin anestesia. El camino hacia la sabiduría no es solo cosa de maña, exige un esfuerzo titánico.

Sin duda, lo que tendré presente todo el rato será a todas aquellas personas que me han apoyado y ayudado a divulgar mis libros. Pienso en Mirari Bueno y su radiofónico Con Todas las Letras, en los blogs El Gato Trotero, Interrobang, El Tintero de Oro, La Vida desde el LagoRustis y Mustis Leen, Devoradores de Mundos, Mediocres del Mundo, Un Libro en un Tris, Pinzón Azul OnLine, Anika entre Libros, Escriboleeo, Mucho más que un Libro...; en las youtubers Elena G, Nikky Udall o David Lee Libros, en La Buena Digestión de Radio Círculo, en las librerías Feli de Fuenlabrada, La Librería de Mérida, León de Puebla, Aluche Graffiti Store, Swinton, Bajo el Volcán de Madrid o La Esquina del Zorro y Laurel de Vallecas que acogieron mis presentaciones o mis libros de ficción autopublicados, o el café El Fin del Mundo y La Casa del Barrio de Carabanchel Alto; en mis lectores beta, en colegas escritores y artistas, amigos, convecinos y parientes..., a mi abuelo Eugenio, escritor del pueblo. Alguno vendrá a verme, para animar, ¡qué bien! A esto súmale todo lo leído y visto por cine y televisión salido de otras mentes creativas. En fin, nunca se hace uno solo, sino junto a los demás. Nos debemos unos a otros.

Emplazado

Mira que he soltado la chapa y me he arropado de buenas vibras, pero el temor a desilusionar sigue ahí. Ya no cuento con la vitalidad y el ingenio del veinteañero para deslumbrar al respetable y, aunque todos seamos parte de un mismo organismo y la empatía impere, el acojone permanece porque en este festival han estado participando figuras de gran calado o elevado nivel, lo que me impone, quiera o no. Como muestra, pensad que después de mí estarán esa tarde en una mesa redonda autores de la talla y el bruñido del citado Ignacio Marín, Paco G. Escribano, Layla Martínez, Belén Gopegui o Joaquín Recio.

Quizás me esté agobiando también jugar en casa. Habrá a quien la circunstancia le relaje, pero a mí no. Siento como si tuviese que demostrar que he bien nacido y he sido bien parido en esta matria chica, que la cantera local a la que pertenezco tiene aptitudes para el oficio, sin complejos frente a aquellos que salieron de colegios de elite o contaron con padrinos de renombre. Es difícil ser alguien hecho a si mismo, ya que a veces puedes salir contrahecho por un exceso de sesgo macetil o enfoque silvestre. En fin, toca asumir una especie de papel representativo entre lo ejemplar y lo vernáculo, y con lo que resulte de la comparecencia tendré que apechugar de acera en acera, que del barrio no escapa ningún figurín residente tan alegremente como las figuras visitantes. Ser escritor de barrio es un reto de dimensiones cósmicas.

En las ondas del Bulevar

Es complejo resaltar en este mundillo porque ya se sabe que ningún artista es el mejor mánager o vendedor de sí mismo salvo sonoras excepciones, entre el umbral de la fotogenia y el reverse del sensacionalismo. Me basta con sentirme escuchado el tiempo que toque, incluso más que leído. Yo soy yo y mis libros son ellos mismos. Los libros tienen su propia voz, encuentran sus propios oídos, viven su vida, hacen sus amigos, se tuercen o enderezan, ya lo insinué antes. Los gestas y amamantas y, al cabo de los años, ya ni los reconoces del estirón que han pegado, y resulta ridículo que trates de reivindicar algún derecho sobre ellos más allá del reconocimiento de la paternidad o maternidad.

Dicho esto, nos vemos el jueves 6 de febrero, por la tarde, aún de día, que la luz avanza sobre las sombras por estas fechas que da gusto. Si no nos vemos, ya os contaré cómo fue.



sábado, 23 de noviembre de 2024

¿QUÉ SON LAS POMPINAS?

Cabaret flotante de F. Figueroa


¿QUÉ SON LAS POMPINAS?

de Fernando Figueroa



Seamos sinceros, las mujeres-globo o pompinas ya existían como iconografía antes de que yo naciese, aunque no respondiesen a esos nombres ni a otros que me he inventado: eólides, eólicas, concubinas de Kirth, buaym, bejigaym, samaritanas de las montañas, suspiros de Dios, pucheros del Santo Niño, querubines de la Virgen, doncellas de los cielos, brubujas, burbrujas, pompinas, puella globae,  aeroglobae, wogobles, womglobs, balloon-girls, boob-boob, globas o globitos. Por mucho que las nombre de mil maneras, como diría la canción, non l'ho inventato io.

Desde el siglo XVIII

Desde que se inventaron los aerostatos coincidiendo con cierto bombo en la alta costura del siglo XVIII, la cultura visual se ha poblado de globos-mujer o mujeres-globo ocasionalmente —también hombres-globo porque, no me lo negarán ustedes, es una estampa graciosilla y chocante, por cuanto se genera un contraste entre masa y volumen, objeto volante y ser animado. Siempre nos maravilla todo lo que sea gordo y ligero, desde una pompa de jabón hasta esa esponjosa nube cargada de agua pasando por la teta de nuestra madre o nodriza. Todo lo redondo y ligero es signo de alegría y apetece apretarlo o llevárselo a la boca.

En el XIX

Mi aportación se ha concentrado, pues, principalmente en la creación de una génesis, taxonomía y desarrollo del imaginario literario de las mismas por medio de historias y cuentos. Convertidas en unos seres fantásticos con una entidad distinguida y un retrato sólido a la par que el resto de criaturas ficticias masculinoides o femeninoides consagradas culturalmente (o comercialmente, según se considere), ya puede afirmarse que, con dignidad, forman parte de los criptobestiarios contemporáneos o las neomitologías posmodernas. Las pompinas son ya materia literaria.


Por supuesto, un reto así exige empaparse de las mecánicas culturales que están detrás de la gestación, conformación y consolidación de los símbolos o los mitos y leyendas. Es adecuado, incluso, entroncar con tradiciones pretéritas, el alma fantasiosa de nuestro tiempo y, lo más importante, no tener apuro en que se note lo justo y necesario. Pero ojo, sin pastichismos ni aberraciones sincréticas o bricoculturales. La imaginación nos provee de materiales que han de tratarse con tacto creativo y mimo recreativo con un propósito de ensanche, apostando por la diversidad dentro de un canon, y de fortalecimiento del género o el arte mediante la gestación de variables coherentes.

Es así porque sin un buen apoyo en un cuerpo cultural reconocible (alto cultural, popular o de la cultura de masas), si nos abandonamos a vaguedades y simplezas, ocurrencias del montón, si aceptamos la ignorancia como herramienta de trabajo y el azar como método, si despreciamos las fórmulas que han hecho fortuna, si no conectas con el cuerpo de necesidades expansivas del ser humano de ayer y de hoy, no esperes generar un producto de largo recorrido y, mucho menos, original. Toda literatura tiene una genealogía y representa una rama más del árbol cultural que dará a luz nuevos retoños. Toda literatura es un patrimonio común abierto a la participación activa y colectiva.

Mesa de ginecoglobólogos o pompino followers

La prueba de un feliz parto creativo es la adhesión y el seguimiento. Es gratificante lograr que los lectores de textos o imágenes se entusiasmen con un personaje y su caracterización y que lo asuman como iconos culturales de pleno derecho. Lo maravilloso es que, además, lo hagan propio y contribuyan con sus propias contribuciones, como pasaba con todos aquellos invitados a las presentaciones que organicé y que contribuyeron a hacer crecer a estos seres imaginarios, ficticios, flotantes o voladores, que anidan en nuestras cabezas y corazones, y con sus propias interpretaciones y variaciones sobre el tema con probada verosimilitud. Solo ya falta que se diluyan en el imaginario colectivo y el pueblo las adopte y disfrute antes de que la industria del espectáculo las envase, adultere, estandarice y dosifique.

Por eso, os invito a que os familiaricéis con ellas, a que las conozcáis y a que las incorporéis a vuestras conversaciones, imaginarios o sueños. Seguro que os regalarán buenos ratos en soledad o compañía.







jueves, 26 de septiembre de 2024

KÓMETE A LOS RIKOS

Portada del kindle

 


KÓMETE A LOS RIKOS

40 RECETAS QUE SAKUDIERON EL MUNDO

texto de Fernando Figueroa



SINOPSIS¿Cuántas veces te ha apetecido zamparte un rico y, por no saber cocinarlo, te has privado del capricho? Ahora tienes la ocasión de aprender a prepararlo como un profesional y quedar como un señor ante tus amigos.
Fue Adolphe Thiers quien derribó definitivamente los tabúes alimentarios cuando parafraseó a Jean-Jacques Rousseau diciendo aquello de «quand le peuple n'aura plus rien à manger, il mangera le riche». Sea o no sea lo uno o lo otro una atribución real, una fantasía apócrifa, se dijo una gran verdad: los ricos están bien ricos, de toma pan y moja y échate una buena siesta. Siglos de selección y buena crianza los han convertido en una auténtica delicia al alcance de muy pocos y una tentación en tiempos de necesidad que reclama la colectivización de su disfrute.
Un recetario con cuarenta recetas de ayer y de hoy que sacudieron el mundo. Un viaje a la gastronomía oculta. ¡Plutófagos del mundo, uníos!

 

Mientras andaba enfrascado en la redacción de un nuevo título de la serie «Historias vallecanas», me surgió la necesidad de tomarme un paréntesis. Ya sabéis, te encallas y, aunque la novela parezca rular y contar con un cierre convincente, tira de la sisa en algunos capítulos y no acaba de cuajar. Así que es hora de un reposo, un reposo activo y distractorio.

En ese trance, como bajas la guardia, te asalta una idea, una buena idea. Normal, la cabeza no para y, predispuesto como estás a surcar nuevos mares creativos, te viene una de esas inspiraciones ocasionales que se te clavan en la sesera pidiendo salir a golpes de martillo. En cierto modo, este libro es un hefesto secundario de otro proyecto que en paralelo tengo entre manos pero en el campo del ensayo académico, faceta literaria que mantengo al margen de este blog. Imbuido por el análisis de la evolución de distintas ideologías en el marco universitario, los avatares políticos españoles y europeos del último siglo y viendo lo que se está cociendo en todo el planeta con el aumento de la desigualdad y la pobreza, esta obra parecía, más que oportuna, obligada, y más que un acto de rebeldía un acto de desahogo de las tensiones vivenciales con visos de divertimento intelectual.

Hoy en día, el lema «cómete a los ricos» ha adquirido una relevancia exagerada. Es una frase muy potente con un peso específico que va más allá de la gracieta. Seguramente, tiene ahora la misma potencia, o casi casi la misma, que cuando se pronunció en el siglo XIX. Volvemos a escenarios tan espeluznantemente parecidos a la Inglaterra de Dickens, la Francia de Voltaire o la España de Galdós o Valle-Inclán que se te pone la piel tan de gallina que te dan ganas de bañarte con agua caliente para hacer caldo. Así que... ¡Qué mejor que darle cancha a la expresión a ver qué juego literario da de sí desde la sátira, esa salsa de los ofendidos que no aceptan pasar por tontos ante sus opresores! 

Este recetario satírico —coherente con el carácter simbólico del lema, aunque suene literalista por eso de las recetas— se compone de un texto introductorio y cuarenta recetas, entre entrantes, primeros platos, segundos y postres, con los que recorremos la historia de las revoluciones progresistas: antifeudales, liberales, republicanas, socialistas, comunistas o anarquistas. Partiendo del ensayo-ficción, toco ahora el recetario-ficción, salpimentado con toda clase de tópicos y puyas, en el que retrato con ironía nuestra sociedad, planteo la reescritura de la historia (destapo el esperpento de la realidad) o resalto la comicidad del absurdo existencial. Personalmente, ha sido un recordatorio de mis años de carrera, cuando estudiaba Geografía e Historia, y en concreto del disfrute de leer libros como Uñas azules, jacques o ciompi, de Mollat y Wolff, o asistir a las clases de Medieval, Moderna y Contemporánea donde se hablaba en profundidad de esas conmociones sociales encabezadas en el cartel por la Revolución francesa o la Revolución rusa como hitos protagónicos y exponentes máximos del fin de un tiempo y el comienzo de otro.
 
Primera página del menú

Los que me conocen saben que hasta para escribir la lista de la compra me documento, así que alrededor de este proyectillo no ha faltado rebuscar materiales para darle a la fantasía un cuerpo sólido en pos de la verosimilitud de lo imaginado o recreado. No ya en lo histórico, sino en lo que atañe a la vertiente gastronómica, que es el 55 % de este proyecto. Así que entre los programas de Arguiñano, los libros de recetas o los tutoriales caseros, me he puesto las pilas en la historia, la teoría y la práctica pucheril para saber como describir unos platos de ricos muy ricos que sean creíbles e increíbles y que te hagan la boca agua. Se ha evitado el anacronismo en lo posible, pues algunos ingredientes tienen fecha de nacimiento aparte de la de vencimiento; y se rescatan algunas personalidades relevantes de la historia de las cocinas, mezcladas con personajes ficcionados o de ficción, como es de rigor en este género satírico. También, se advierte, para los alérgicos, los alérgenos plutogástricos que tiene cada plato, no sea que tengamos un susto cuando más feliz se tiene que estar, que es en la hora de comer.

Espero que nadie malinterprete mi libro como una apología del canibalismo, nada más lejos de mi intención. La antropofagia debe permanecer en un plano símbolo palpable, no como una realidad masticable. Tampoco ha de verse como una apología de la caza o la domesticación del rico más allá de la ley, pero sí como un tirón de orejas a lo Jonathan Swift contra su obscena ansia de acaparamiento a saco y su falta de escrúpulos éticos para llevar el ascua a su sardina por su santo morro o sus gordos talones. Los artistas no podemos, aunque sea por mera sensibilidad pasar del dolor o el horror que nos rodea, tenemos de algún modo que hacerlo nuestro para, por lo menos, reírnos de ello y paliar la agonía. El humor absurdo es un aplacador efectivo del pánico que suscita el sinsentido de este mundo loco donde la maldad se alía con la mediocridad y la crueldad. Por lo demás, ni vence ni ataja, solo insufla esperanza o inspira ponerse a buscar soluciones.

Primera página de la introducción

Finalmente, indicaré que ha sido un libro rapidito, un «aquí te pillo, aquí te escribo». Entre la concepción, la redacción, la corrección y la maquetación, habrá sido un mes de trabajo. Si lo llego a hacer de fast food, lo hubiese completado en diez días, pero se trata de recetas de primera categoría, algunas bastante complejas de elaborar (sí, están verificadas y catadas, que lo suyo es hablar con conocimiento de causa). Aun así, tenéis a vuestro alcance un libro rotundo, de premio, imperecedero, heredable.

Como pasa con la cocina, son los escritores entrenados los que te pueden preparar un libro sabroso, fácil de masticar, tragar y digerir con altos aportes nutritivos en un tiempo razonable. No lo intenten en casa si no cuentan con conocimiento y experiencia, ni ponerse a juntar letras ni ponerse a mezclar ingredientes. No todo el mundo vale para escribir de ricos ni para cocinarlos.

Que les aproveche la lectura y la comida, que todo ello engorda al ser humano. ¡Buen apetito!


Castellano

112 páginas
17,78 x 0,69 x 25,40 cm
Rústica y tapa dura
(también hay versión Kindle)


RESEÑAS









sábado, 10 de agosto de 2024

A LA CAZA DE SU FORTUNA

 

Los Smithson


En junio de 2015 se publicó la primera edición de Mujeres-globo, mito o realidad. Desde entonces ha llovido lo suyo y lo que debía de haber llovido y no llovió. Como pasa con todo lo que se hace viejo, conviene darle un repasito para ponerlo al día. Así que se ha procedido a revisar y corregir su contenido —básicamente, leísmos y gerundios innecesarios, seamos sinceros—. Con ello, se reedita en 2024 este título mítico del género balonmaniaco o pompinófilo. Ese área de la fantasía criptozoológica a la que pocos han tenido acceso por temor a quedar enganchados de por vida a su ventolera.

A modo de muestra, regalo la lectura de otra de las treintaidós historias que componen el libro. Una tercera entrega para amenizar la canícula veraniega, después de Los cuentos de Allison Parker y La ballooin de Irlanda

Un saludo y que disfruten de la lectura.



A LA CAZA DE SU FORTUNA

de Fernando Figueroa



William y Sonya Smithson decidieron aventurarse en lo que consideraron el negocio de su vida, al reclamo de un anuncio publicado por el Ohio Chronicle. En él se ofrecía una sustanciosa recompensa de 5000 dólares por capturar viva una pareja de balloon-girls y la entregase en el parque zoológico de Chicago. Deseosos de dar un giro a su vida, dejaron su hogar y se desplazaron en carro recorriendo más de doscientas millas hasta entrar en los bosques de Pennsylvania, para luego después alcanzar en su infructuosa búsqueda los bosques de Maryland y bordear la costa atlántica.

William había sido un suboficial de artillería de la Unión. Licenciado tras el fin de la guerra, tenía serias dificultades para integrarse en la vida civil. Ella había perdido a un hijo varón en el frente y a una niña más pequeña a causa de una disentería. Tras el retorno de su marido, hizo todo lo posible para que no se sintiese fuera de ese nuevo mundo que precisamente había ayudado a construir con su sacrificio mientras, desgajado por dentro, este se mortificaba por no tener a su lado, en el cobijo del hogar, lo más querido para un padre.

Faltos de recursos, habían estado viviendo de lo que daba un pequeño huerto y de una exigua pensión. Cuando Sonya cayó enferma, los costes médicos les pusieron al borde de la inanición. William se sumía en una atroz angustia. Una semana después, por fortuna, Sonya empezaba a recuperarse y William recobraba el aliento al leer ese anuncio que le ofrecía la posibilidad de ocuparse en algo para lo que se creía de sobra capacitado. Cambiarían por fin su suerte. Lo vendieron todo y compraron un desvencijado carromato con una vieja mula torda, una caja de provisiones, un rifle Henry, cuarenta cartuchos, redes y cepos.

Ahora contemplaban la costa oceánica, de nuevo sin nada que llevarse a la boca y acarreando meses de penalidades. Comprendieron lo fútil de la idea de esforzarse cuando no se obtiene ninguna recompensa e, impulsados por la desesperación, decidieron poner fin a sus vidas. William cargó su rifle con sus dos últimas balas y acordaron que ella sería la primera en caer y él, el segundo. William apuntó a Sonya que lo miraba con ojos tristes recordando el parecido de su difunto hijo con su padre. William a su vez miraba el semblante apagado de Sonya y añoraba la sonrisa de su pequeña hija. Así estuvieron unos segundos hasta que un ligero globito plateado descendió del cielo y se interpuso entre sus dos cabezas. Sobre el globito había un cuerpo chiquito con dos brazos cruzados y una cabeza mofletuda que les ojeaba con acusado enfado y malestar.

William y Sonya se quedaron inmóviles, como si estuvieran sumergidos en arenas movedizas, sin saber qué hacer ni qué decir, haciéndoles los ojos chiribitas, pendientes de lo que ese rostro ceñudo les quisiese comunicar. Entonces, tras pegar un agudo chillido y ponerse en jarras, ese ser habló, se dirigió a ellos por su nombre de pila en un tono severo y maternal: ¡Will!, ¡Sonya!, ¿os parece bonito? Ahora mismo os dejáis de tontunas y cogéis con brío la red que lleváis en el carro. Tiradla cuando baje la marea al borde de esas rocas que se ven ahí, junto a ese tronco caído, y estirad de ella sin pestañear siquiera. ¡Estamos? Nada más decir la última frase, se alzó hacia lo alto del cielo y se dejó empujar por la brisa en dirección a las montañas.

William y Sonya bajaron los ojos, abochornados, y se miraron entre sí atónitos por lo sucedido. Como anochecía, esperaron acurrucados en la caravana al relente del mar, acumulando fuerzas para cumplir con el mandato. Con los primeros rayos del alba y la marea baja, sacaron la red y la echaron en el punto exacto donde la balloon-girl les había indicado que la tirasen. Juntos, fueron estirando de ella, con esfuerzo, pues estaba enganchada a algo de gran volumen. Un pesado bulto surgía de las aguas, arrancado de sus removidas profundidades. Tras una serie de fatigosas brazadas, Sonya se fijó en que se asemejaba a un cajón de madera. William al ver más claro que era un baúl, tiró con más bravura, hasta que por fin estuvo lo bastante cerca como para alzarlo sobre la roca. Costó horrores auparlo.

Tenía un tamaño aproximado de cuatro palmos de largo por dos de ancho, más tres de alto. Su cerradura tenía un candado bastante corroído por el agua salada del mar. Nada tenía escrito en su exterior, salvo unos signos fundidos en el metal de la arqueta que apenas se dejaban ver entre las algas y las lapas. William dio con la culata del Henry tres golpes contra el candado, el metal cedió fácilmente. Dejó el arma en el suelo y sacudió a patadas la tapa con el fin de desencajarla. Al levantarla descubrió un tesoro fantástico, compuesto por talegas de cuero con monedas de oro, perlas y piedras preciosas, además de cuarenta lingotes de plata y joyas.

Entonces descendió del cielo la balloon-girl y agarró del interior del baúl un anillo de oro con una reluciente esmeralda, farfulló unas incomprensibles palabras y se marchó de allí tan pancha, canturreando una animosa canción ante la atónita mirada de los Smithson. Estaba claro que les había usado para sacar aquel tesoro del agua, aunque se limitase luego a tomar solo su parte, su parte proporcional de aquel pastel. Seguramente, había en esas costas más tesoros, pero ellos también tenían bastante, tenían de sobra. Habían recibido una parte más que justa en compensación a todo su esfuerzo, así que decidieron, impulsados por la esperanza, que era hora de compensar sus desvelos, de que otros tampoco siguiesen sufriendo en balde haciendo que la vida acumulase con ellos una impagable deuda.

Lo empaquetaron todo y regresaron a Columbus, donde compraron de nuevo su casa, más una finca de treinta acres. Missus Smithson fundó un hospicio para niñas huérfanas y un albergue con su comedor para indigentes, mientras que míster Smithson se dedicó al negocio de la fabricación y exportación de material pirotécnico. Su especialidad eran las ruedas de fuego, las luminarias rojas, blancas y azules, las palmeras verdes, los anillos dorados y sus impresionantes cebollitas chillonas.



Este pequeño relato es uno de los que componen el libro Mujeres-globo: mito o realidad. La balloonmanía del siglo XIX en los Estados Unidos de América. Una muestra para amenizar el veraneo con americanos sueños de riqueza.



Para adquirir el libro, podéis pinchar aquí:

Mujeres-globo: mito o realidad

La imagen es una atribución ficticia (atribución original: Artillery Private and Wife, J. S. Young, Washington, 1864-66, Library of Congress), como también es ficción el hecho narrado.



sábado, 20 de julio de 2024

LA BALLOOIN DE IRLANDA

Sinéad O'Shea

 

En junio de 2015 se publicó la primera edición de Mujeres-globo, mito o realidad. Desde entonces ha llovido lo suyo y lo que debía de haber llovido y no llovió. Como pasa con todo lo que se hace viejo, conviene darle un repasito para ponerlo al día. Así que se ha procedido a revisar y corregir su contenido —básicamente, leísmos y gerundios innecesarios, seamos sinceros—. Con ello, se reedita en 2024 este título mítico del género balonmaniaco o pompinófilo. Ese área de la fantasía criptozoológica a la que pocos han tenido acceso por temor a quedar enganchados de por vida a su ventolera.

A modo de muestra, regalo la lectura de otra de las treintaidós historias que componen el libro. Tras Los cuentos de Allison Parker, ahora llega esta segunda entrega para amenizar la canícula veraniega. 

Un saludo y que disfruten de la lectura.



LA BALLOOIN DE IRLANDA

de Fernando Figueroa



La balloonmanía tuvo el efecto pernicioso de convertir la admiración por estos seres en un lucrativo negocio. La posesión y exhibición de un ejemplar de balloon-girl se convirtió en una moda cara, al alcance de muy pocos. Ingentes cantidades de dinero se movieron en el comercio de estos singulares animales, para deleite de inconscientes amantes de la naturaleza y cultivo de la suntuosidad de coleccionistas narcisistas, sin reparar en el estrago que suponía para la integridad de la Naturaleza este expolio de vida.

El capitán mercante Sean O’Shea hacía la ruta Dublín-Nueva York. En uno de sus habituales viajes, transportaba para un comerciante de Harlem una mercancía muy especial, guardada en una jaula, recubierta por una lona llena de agujeros y en la que tenían prohibido introducir cualquier otro alimento que no fuera agua con azúcar. Evidentemente, llevaban a bordo algo vivo, un animal silvestre, tan pequeño como una comadreja y tan ligero como un colibrí, que, por lo visto, podía pasar un largo período de tiempo sin ingerir nada sólido.

Llegaron a puerto y, al pasar la aduana, los funcionarios no daban crédito. ¡Era ridículo! Hubo uno que se lo tomó como se toma una broma de mal gusto, y empezó a regañar a sus compañeros y al propio capitán O’Shea por prestarse al juego. Otros dieron fe de que, pese a su quietud, era un ser vivo que reaccionaba a lo que pasaba a su alrededor moviendo los ojos y negaban absolutamente que se tratase de una broma, aun cuando había un irlandés de por medio. Sin embargo, cubrieron de nuevo la jaula, denegaron su desembarco y comunicaron al comerciante norteamericano que la esperaba recibir que no había nada que hacer, que esa mercancía no entraba en el país y se volvía de inmediato al otro extremo del Atlántico. Ni siquiera contemplaron la idea de tenerlo en cuarentena. Para ellos este asunto era ya un papel bien matasellado que ni un buen fajo de dólares podía traspapelar. La negativa a que entrase en los Estados Unidos era tan taxativa que los marineros retornaron la jaula a las bodegas del barco. Así que, finalmente, el capitán O’Shea lo tuvo que traer de vuelta a Irlanda.

A su regreso, el proveedor tampoco quiso saber nada del asunto. Extrañamente, se desentendía totalmente. Devolvía las cartas, su secretaria esquivaba concertar una cita y sólo dejó de estar ausente de su oficina el día que esta cerró. De inmediato, el capitán O’Shea se olió que detrás de ese asunto había algo muy turbio para que alguien renunciase a algo que valía, según los albaranes, 2500 dólares. No insistió y optó por quedarse con el animalillo con todas las de la ley y sin airear más el tema en público.

El día que tomó aquella decisión, el capitán O’Shea sacó la mercancía del barco y se la llevó a su casa, donde vivía con su señora, Fiona, y una hija, Sinéad. No quiso que ninguna de ellas supiera qué cargaba y metió la jaula inmediatamente en un cobertizo de madera que tenían en el patio, antes de presentarse por la puerta con el petate a cuestas y echando humo por su pipa de caoba.

Mientras comía con ellas, no dejaba de pensar en la jaula, en destaparla y volver a ver a ese curioso animal sin las prisas de la aduana o el atropello de la descarga. Un par de veces en el buque se acercó a verlo, preocupado por su ajado estado. No parecía muy sociable, aunque en absoluto se lo podría calificar de animal salvaje, pues era de temperamento apacible. Para él, era como un periquito, aunque más orondo y expresivo, sin pico, con menos plumaje y ninguna pulsión canora.

Acabado el postre y con el pretexto de fumar encarado al sol de junio, el capitán salió del salón y marchó fuera, con tanto disimulo que llamó la atención de Sinéad, que no pudo evitar espiarlo. Su padre pasito a pasito se iba arrimando al cobertizo, pipa en mano, mientras parecía oler las flores de los maceteros de Fiona. En el momento en que sacudía su pipa contra la pared de ladrillo, abrió raudo la puerta y se sumergió en su interior en un suspiro, dando un ligero portazo. Visto lo visto, Sinéad se abalanzó desde la puerta de casa hasta la puerta del cobertizo con la actitud de una cazadora furtiva. Intrigada hasta caérsele los ojos, se quedó afuera husmeando qué diantres tendría escondido allí su padre. Incapaz de ver nada por la ventana cerrada o por un alto ventanuco, se dejó atraer por el magnético hueco de la cerradura de la puerta. Este, en su pequeñez, le permitía a duras penas observar que un enorme bulto ocupaba el tablero de la mesa donde aquel lobo de mar en tierra firme se entretenía de vez en cuando con labores de bricolaje, marquetería o simplemente metiendo barcos en botellas de cristal. Poco más pudo atisbar, pues el cuerpo de su padre se interpuso como un poderoso escollo. Nada más le sintió venirse hacia la puerta, se quitó de en medio y corrió a esconderse, permaneciendo agazapada al otro lado de la caseta.

Una vez se aseguró de que su padre había entrado de nuevo en la casa y de que estaba sola, trató inútilmente de abrir el picaporte porque este había echado la llave al salir. Estamos buenos, se dijo Sinéad, aguzando el ingenio frente a la adversidad. Porque Sinéad, en todo lo que se refería a ingeniárselas, era todo un as, y así fue que pronto encontró la solución mientras se rascaba la cabeza. Cogió una de sus horquillas y la dio forma, luego la introdujo por la cerradura y, tras unos golpes de muñeca, giró el pestillo. La puerta quedó abierta dejando escapar un fuerte olor a serrín y cola.

Sinéad entró y cerró con mucho cuidado para que no la descubrieran. Ansiosa por ver qué había tras la loneta que cubría aquel paquete, se arrimó y oteó un poco por los oscuros agujeros hasta que un rumor la detuvo. Sintió que dentro se producía algo parecido a un revoloteo apagado, sin brillo. Cogió el bajo de la lona y lo alzó despacito. Era una jaula lo que se ocultaba debajo y dentro no se veía nada. Posiblemente tenía que alzar más la tela para alcanzar a ver con claridad lo que contenía, y así lo hizo con la mano temblando y conteniendo la respiración. Entonces sus ojos se abrieron como dos lunas llenas y su boca adoptó la forma de la cueva de Dunmore, y escapó de sus cavernosas profundidades un espléndido y rotundo uoooooooh!!

Frente a esa maravilla, Sinéad recordó de repente uno de los cuentos que le contaba su abuela Caitlín antes de dormir. Era la historia de Las ballooins de Ormond. Según relataba esta, la joven princesa Fionnona brindó en su boda con una copa de vino en la que había caído una mosca, la cual no había caído por casualidad, sino que había sido lanzada dentro por la diosa Morrigane como castigo por no haber sido invitada a las nupcias, a pesar de ser la madrina de su padre, el rey de Ormond. La joven tosió y tosió repetidas veces, intentando echar a la mosca fuera de su cuerpo, y ni vomitando conseguía sacarla, hasta que tras una hora de angustia le sobrevino un profundo sueño. El sueño duró años y años sin que nadie fuese capaz de despertarla, mientras su padre y su esposo se resignaban a verla dormir y marchitarse entre lágrimas.

Durante el sueño, Fionnona soñó que el dios Lugh se le aparecía con aire gallardo y le ordenaba que lo acompañase junto a otras cincuenta doncellas durmientes, víctimas de la maldad de Morrigane, al monte Corrán Tuathail. Una vez hizo eso y se reunió con ellas, Lugh la convirtió en un cisne y al resto en gansos, y ordenó de nuevo que lo siguieran. Volaron y volaron más allá de las luces del norte, acompañándolo hasta un lago encantado de aguas irisadas en una isla al otro lado del mar de hielo. Fionnona pasaba el eterno día y la eterna noche añorando su tierra y deseaba descubrir imperiosamente la manera de regresar con su padre y su esposo. Por ello, hacía continuas demandas al dios con la esperanza de que a ella y a las demás les permitiese regresar a sus hogares. Lugh era inflexible y se empeñaba en que debían permanecer allí para estar a salvo de la furia de Morrigane, pues gracias a él habían escapado de su maldad, pero no se habían librado de su embrujo, ya que sus cuerpos seguían estando profundamente dormidos.

A pesar de estar en deuda, Fionnona logró convencer a sus compañeras para partir de allí y regresar a la verde Irlanda. A la primera oportunidad que se les brindó, escaparon volando y, tras superar mil peligros, cada una logró llegar hasta donde estaba su cuerpo durmiente. Todas se asustaron tanto de verse dormidas y avejentadas que perdieron la voz y se les fueron cayendo las plumas una a una por el disgusto, incapaces de retornar a sus cuerpos. Permanecieron así por los siglos de los siglos, vagando por los valles y los montes irlandeses. Su abuela también le contaba que, por el mes de agosto, salían a campo abierto para contemplar las lágrimas de san Lorenzo, que creían que eran las voces que perdieron y que les bastaría con cazar con sus bocas una sola de ellas al vuelo para poder volver a hablar.

Sinéad tenía ahora a una de ellas allí enfrente, triste, cabizbaja, tan mudita que su corazón latía dentro de sus oídos, e incapaz de dirigirle ninguna otra expresión que no fuera una mirada asustadiza y apocada entre las sombras de ese triste cobertizo. Tan sorprendida y aturdida estaba la niña mirando la indefensión en persona que, hasta que no oyó la ronca tos de su padre sobre su cogote, no se dio cuenta de que el capitán O'Shea estaba a su espalda, con la cabeza estirada, el gesto adusto y sujetando firme un plato con leche y miel.

Pese a su expresión, el capitán O’Shea no estaba molesto en absoluto con la travesura de su hija, más bien le agradó que su hija estuviese fascinada por aquella pobre criatura. La conocía como la palma de su mano y sabía que en sus ausencias cuidaría bien de ella, puesto que la bondad de Sinéad superaba en mucho a su arrojo. Así que Sinéad acabó teniendo el regalo más caro y maravilloso que pudiese haber soñado en toda su vida una jovencita irlandesa.

Lástima que se le escapase llegado agosto, pero reconoció a su madre que se apiadó de la ballooin, que fue ella misma quien dejó abierta la puerta de la jaula, que no fue un descuido, pues era incapaz de retenerla por más tiempo presa cuando sabía que estaba en su naturaleza querer revolotear y cantar entre las estrellas.



Este pequeño relato es uno de los que componen el libro Mujeres-globo: mito o realidad. Una muestra para amenizar el veraneo con salinos aires irlandeses.



Para adquirir el libro, podéis pinchar aquí:

Mujeres-globo: mito o realidad

La imagen es una atribución ficticia, fotomontada (atribución original: Muchacha sujetando un globo de hidrógeno, anónimo, c. 1890, Library of Congress), como también es ficción el hecho narrado.